Un pediatra volcado con las vacunas en África Alfonso Carmona fundó el IHP con el objetivo de demostrar que en su especialidad se podía trabajar en equipo. Cada año, acude varias veces a Costa de Marfil para vacunar a miles de niños
MARTA CABALLERO

Eso que dicen de que la llamada de África se siente una vez que has conocido el continente se cumple en el caso del doctor Alfonso Carmona, fundador del Instituto Hispalense de Pediatría y responsable, además, de campañas masivas de vacunación en Costa de Marfil desde 2005. No en vano, su despacho está cuajado de arte africano. Figuras de elefantes y leones, cuadros de sabanas… A un lado de la estancia, en una fotografía, el médico sostiene en sus brazos a un niño costamarfileño. Los dos sonríen mirando a cámara. “Cuando, después de vacunar a miles de personas, ves que ya no tienes más y que sigue viniendo gente, se te cae el alma. Debes comunicarles que los recursos se han terminado por esta vez y ellos se dispersan con tranquilidad, igualmente agradecidos. Ese niño de la foto, como muchos, me cogió de la mano y me dio un beso. Sabía que habíamos ido a su aldea a ayudarles y lo estaba agradeciendo. Con esos gestos están compensados los esfuerzos de toda mi carrera”.

Vayamos al principio. El padre de Alfonso Carmona tenía una mente muy abierta para el Jaén de los años 50. En una época en la que había pocas probabilidades de salir adelante, decidió enviar a su primogénito a estudiar a Tánger, donde dos de sus hermanos habían logrado solvencia económica trabajando en la banca española. Carmona sólo tenía cuatro años cuando dejó Andújar para empezar su formación escolar en Marruecos. No fue sencillo criarse lejos de sus progenitores pero este capítulo de su biografía le curtió y supo sacarle el mayor provecho. Estudió primero en francés y luego el Bachillerato en español, beneficiándose del ambiente cosmopolita que brindaba una ciudad en la que convivió con gente de todos los estratos sociales, razas y religiones. Además, disfrutó de unos docentes de primer nivel. “Tuve un profesor de Física que había trabajado en Berkeley”, expone.

CM Alfonso 2016 (180)

En esos años soñaba todavía con ser piloto militar, pero la carencia de recursos económicos de su familia le obligó a quedarse con el plan B, la Medicina. “Bendito el momento en que esa idea se me apareció como segunda opción”, se alegra hoy desde su amplio despacho en el Instituto Hispalense de Pediatría que fundó y que dirige. Carmona se matriculó en la Universidad de Sevilla y continuó viviendo con sus tíos, que habían pedido el traslado a la capital. Los días de la facultad los recuerda siempre metido en el hospital, estudiando, tratando de hacer acopio de todo conocimiento relacionado con la que sería su especialidad. Al terminar la carrera, de nuevo una casualidad le llevó a su Jaén original, esta vez en Linares, donde le habían dado su plaza.

De Linares al Virgen del Rocío

“Al principio me sentía muy desolado. Aquello era un pueblo y echaba de menos el jaleo del hospital, los compañeros… Además, me encontré con el problema de que en la Medicina Pública no puedes dar solución a muchos de los problemas que te encuentras y te ves obligado a derivar, en mi caso a Jaén o a Córdoba. Tenía también una consulta privada y sucedía lo mismo, el problema era trabajar en soledad, sin equipo. Por estas razones, en 1985, pido el traslado a Sevilla. Comencé en el Ambulatorio de El Greco pero tuve la suerte de empezar a trabajar también en el Hospital Infantil del Virgen del Rocío, donde estaba la Unidad de Críticos. Aquella era la Medicina de mayor nivel en Andalucía”, evoca.

La experiencia sevillana le llevó a pensar en los problemas que afectaban a la salud privada, en esa circunstancia de que no se procedía en equipo sino de forma independiente, de modo que los recursos de una consulta acababan siendo los recursos económicos del facultativo. En sus palabras, “los pediatras funcionaban como buenamente podían y de forma aislada”. Se hallaba en ese descontento cuando le ofrecieron la oportunidad de incorporarse a la Clínica Sagrado Corazón y ahí fue donde empezó a dar forma a sus ideas: “Propuse crear un verdadero equipo de Pediatría y Paco de la Morena me dio la oportunidad de montar este servicio de la nada, junto a la doctora Amparo Morillo”. Trabajaban a destajo, repartiéndose las 24 horas del día.

Su esfuerzo y, sigue insistiendo, también la suerte, obraron el siguiente paso en su carrera. Conoció a sus colegas Diego Rivas Ramos y Antonio Peralta Rodríguez, que se unieron sin pensarlo y con total entrega a la fundación del Instituto Hispalense de Pediatría. “Los primeros años fueron muy difíciles pero estábamos empeñados en demostrar que en la privada se podía contar con el personal suficiente y las soluciones adecuadas, las mismas que en cualquier hospital del mundo. Nuestra filosofía fue la de ofrecer una atención completa al niño desde que nacía hasta los 18 años”.

Hoy el doctor Carmona celebra que muchos de sus antiguos pacientes acudan a su Instituto con sus hijos. “El valor del IHP es su personal, tanto médico como de ATS, administradores… para estar en primera línea lo primero es tener al mejor equipo detrás. Desde el personal de limpieza al mejor pediatra”.

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«Digan lo que digan, las vacunas salvan vidas en todo el mundo»

Junto a esta labor, Carmona decidió que tenía que devolverle a la sociedad parte de esa suerte de la que tanto habla y que le ha ayudado en su camino. Por eso el IHP y la Clínica Sagrado Corazón trabajan cada año desde 2005 vacunando a niños de Costa de Marfil, una de las naciones más pobres del continente, en colaboración con la ONG África Arco Iris, y le ofrecen asistencia a aquellos menores del Tercer Mundo con patologías que no encuentran tratamientos y que la ONG Tierra de Hombres trae a España.

Vacunan niños de 0 a 14 años y a mujeres para paliar enfermedades como la meningitis A-C, la fiebre amarilla, la fiebre tifoidea… ponen tétanos para embarazadas, la triple vírica… en total, han inyectado más de 450.000. Y están en marcha otras campañas como una oftalmológica y la construcción de un centro de salud materno infantil. “Además de la vacunación, hemos empezado a construir escuelas y centros de salud. Tengo grabado a sangre desde que empecé a trabajar que más vale prevenir que curar, es lo que me enseñaron en Medicina. En contra de algunas opiniones, las vacunas salvan vidas en todo el mundo y esto se demuestra día a día. Hablamos de países con epidemias de cólera, tifus, meningitis… ¿Serían capaces estas voces anti vacuna de meterse entre ellos sin vacunarse?”, se pregunta.

Nuevo convenio para el desarrollo y contra la mortalidad

La labor de Carmona acaba de recibir el apoyo de la Fundación Cajasol, que ha firmado con la Fundación IHP un convenido de colaboración para realizar una campaña contra la meningitis infantil en las regiones costamarfileñas de Yamausokro y San Pedro, donde se vacunará a más de 7.400 menores, así como la construcción de tres aulas de secundaria y de una zona de recreo en Anayma. El convenio se enmarca en la Obra Social Conjunta de la Fundación Cajasol y Obra Social La Caixa. Para el proyecto, la ONG África Arco Iris se encarga de contactar con las autoridades sanitarias y locales del país para determinar qué zonas son las más necesitadas.

Carmona viaja tres veces al año durante diez días a este país africano. Le gusta supervisar el trabajo y aprovecha su formación francesa para hablar con sus pacientes, pues es una zona francófona. “Lo que veo con mis amistades de allí es que África necesita formación, tenemos que darles escuelas, institutos y universidades. La gente no se va de su terruño porque sí, pues a todos nos gusta vivir donde hemos nacido. Pero allí la gente se muere a partir de los 40 años. ¿Qué persona no querría venir a Europa cuando conocen nuestros estándares de vida? Y claro que se vienen en una patera, ¿cuántas tumbas habrá en el mar que desconocemos? Miles. Si los políticos destinaran parte de su dinero a darles esa formación y esos recursos, no tendríamos que poner tantas vallas”, protesta.

¿Cuánto tarda en llegar una enfermedad a un país desarrollado?

Continuando con el debate de las vacunas, el médico añade un mal reciente: vivimos en un mundo cada vez más pequeño, que puede recorrerse en dos días. La enfermedad que hoy está en África, recalca, puede aterrizar en España en unas horas volando en un avión con un afectado. “Después de la potabilización del agua, lo que más vidas ha salvado son las vacunas. Me llama mucho la atención que gente con cultura pregunte si la polio o la escarlatina existen todavía. Nuestros jóvenes no han conocido el sarampión pero hace tres años hubo un brote tremendo y en Francia murieron varias personas porque no estaban vacunadas. Hay que vacunar. Es cierto que el mejor sistema de defensa es el nuestro pero además necesitas la espada, el escudo y la armadura. No es lo mismo pelear conmigo que con Bruce Lee y la vacuna nos enseña a defendernos contra enemigos potentes. Los anti vacunas son egoístas por encima de todo. Hablamos de 10 horas para que lleguen a España las enfermedades de Costa de Marfil; de 24 para las gripes de China…”.

Sucedió con el caso del ébola, abunda, una enfermedad que se conoce desde antes que el VIH pero que a nadie le importaba porque estaba en la selva. Lo mismo con los mosquitos tigre. Sí, vuelan 400 metros nada más, pero también pueden subirse a un avión. “Ya existe una vacuna eficaz contra el ébola. Ese es nuestro deber, protegernos contra todas las enfermedades prevenibles. También contra la gripe, que es tremenda, que presenta muchos virus y que muta constantemente. Son grandes retos que nos tocará vivir en este decenio. Y, como se ha visto, estos males no deben atajarse aquí sino en el lugar donde se están produciendo. Hoy, con los sistemas de coordinación y de alertas con los que contamos, se puede saber dónde esta el foco inicial. El objetivo es actuar in situ lo antes posible”.

Habitante de una capital que considera suya -“Sevilla se metió en mis poros y yo en los de ella”-, donde ha tenido el privilegio de salir de rey mago y de sentirse como un torero saliendo a hombros por la Puerta del Príncipe, con la ciudad llevándole en volandas, Carmona lamenta, sin embargo, que el carácter local siga siendo cerrado para según qué cosas. “Muchos compañeros me dicen que quieren venir a África pero, a la hora de la verdad, tienen miedo. Dos semanas después de estar en una playa de Costa de Marfil, en el mismo restaurante donde almorcé, mataron a 15 personas en un atentado. Pero habiendo visto cómo está la gente allí, tengo que seguir yendo. La labor del médico es humanista por naturaleza, luego está que unos lleven esto a la práctica de una forma u otra. De mi equipo ha participado mucha gente. Mi hija, que es pediatra, y mi otra hija, que es fisioterapeuta. Lo he hecho para que aporten y les aporten, para que vean la entrega que ofrecen allí donde no tienen nada, y también para que sepan que el mero hecho de abrir un grifo o de encender la luz no lo tiene todo el mundo. Yo animo a todo médico joven a que vaya y se empape de lo que hay, que vea lo que son las cosas”.

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Sin ayudas públicas

Carmona se enorgullece de su labor al frente del IHP dentro y fuera de España. Han participado en campañas y ensayos de papiloma, gripe, neumococo, meningnococo… “Podemos presumir primero por ser españoles y segundo por ser andaluces. Y nunca hemos tenido una ayuda oficial, lo hemos logrado trabajando, siendo meticulosos, por nuestros propios medios. Somos el primer grupo en el ensayo clínico en H1N1 del mundo. Luego llegan las críticas porque el Estado ha gastado mucho en esta vacuna pero no olvidemos que atacó a muchas personas, a muchísimas embarazadas y que hubo gente que estuvo en la UCI. Fue un virus muy listo que cuando vio que si mataba a tanta gente, moriría con ellos. De modo que dio un paso atrás para sobrevivir. Nosotros hemos sido pioneros mundiales en su ensayo y nuestra investigación está en todas las vacunas de la gripe. Hoy por fin se ha visto que es vital tenerlo controlado”.

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