¿Cómo interactúa una célula? ¿Qué factores hacen que deje de funcionar o que se convierta en un tumor? ¿Cómo se relacionan unas con las otras y sus partes entre sí? A responder estas preguntas relacionadas con futuros caminos para atajar enfermedades se dedicará estos días en Sevilla Workshop on Biointeractomics, una cita organizada por la Federación Europea de Sociedades de Bioquímica (FEBS) y la Unión Internacional de Bioquímica y Biología Molecular (IUBMB) en la que participarán una veintena de ponentes internacionales, con la presencia del premio Nobel de Química Robert Huber.

Imagen de biología molecular

Durante cuatro días, entre el 17 y el 20 de mayo, el Centro de Investigaciones Científicas Isla de la Cartuja (CicCartuja) es el centro de la Biointeractómica, un campo científico novedoso dedicado al estudio de las relaciones moleculares desde una perspectiva amplia, y que integra enfoques de la Biología, la Bioquímica, la Ingeniería, la Informática… Bajo el lema «Desde las interacciones biomoleculares a las redes», el FEBS-IUBMB Workshop on Biointeractomics, que se celebra en Sevilla por tercera vez, pretende ofrecer una visión de conjunto sobre los vínculos que se establecen entre las moléculas en los organismos vivos, cuenta Antonio Díaz Quintana, del Instituto de Bioquímica Vegetal y Fotosíntesis CicCartuja y uno de los organizadores.

Foto del Congreso Mundial de Biología Molecular Sevilla 2012

Una imagen del Congreso Mundial de Biología Molecular celebrado en Sevilla en 2012.

Entre los participantes de esta edición figuran científicos pertenecientes a centros de prestigio internacional, como Anthony Watts, de la Universidad de Oxford (Reino Unido); María Conte, del Kings College de Londres (Reino Unido); Alexander Gabibov, del Instituto de Química Biorgánica (Rusia); Lucia Banci, del Centro de Investigaciones de Resonancia Magnética (Italia); Alfonso Valencia, del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (Madrid); o Uri Alon, del Instituto Weizmann (Israel). El gran nombre es Robert Huber, uno de los químicos más influyentes de las últimas décadas, condecorado con el Nobel en 1988 por cristalizar una proteína esencial en la fotosíntesis de las cianobacterias y determinar su estructura mediante la técnica de difracción de rayos X.

Foto de Robert Huber

El Nobel de Química Robert Huber.

El también profesor honorario de la Universidad de Sevilla será nombrado académico de honor de la Academia Sevillana de Ciencias en un acto que se celebrará el jueves 19 de mayo en el Paraninfo de la Universidad. La institución hispalense, presidida por el catedrático José Luis de Justo Alpañés, reconoce de esta manera el estrecho vínculo establecido por este investigador con la capital andaluza, adonde acude con frecuencia para pronunciar conferencias, impartir clases o monitorizar a jóvenes estudiantes de doctorado, entre ellos a los del CicCartuja, centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la Junta de Andalucía y la Universidad de Sevilla.

Su discurso, titulado ‘New Ways of Vision: Beauty and Fitness for Purpose of Proteins and my Experience with Translation into Medicine’ (‘Nuevas visiones: belleza y aptitud para el uso de proteínas y mi experiencia con su traslación a la Medicina), girará en torno a una de las principales líneas de estudio de su trayectoria, el conocimiento de las proteínas y las posibilidades que ofrecen en el tratamiento de diversas enfermedades. Dicha intervención estará precedida por una ‘laudatio’ a cargo del bioquímico Miguel Ángel de la Rosa, académico y director del CicCartuja.

El programa del simposio involucra también a más de un centenar de investigadores y estudiantes nacionales e internacionales, que presentan sus trabajos y aprenden de los grandes expertos. En las mesas redondas y en los foros de discusión, se comparten no sólo las aportaciones de biólogos o bioquímicos para entender las relaciones entre moléculas o las interacciones de proteínas, sino también el trabajo de ingenieros o informáticos, que facilitan resultados a través de los análisis computacionales, o explican los progresos en la resonancia magnética nuclear y en la microscopía electrónica, además de las novedades en la aplicación de las tecnologías de la información.

Estos avances son fundamentales para comprender el funcionamiento de las estructuras moleculares complejas, que pueden estar presentes en procesos neurodegenerativos como el alzheimer o en enfermedades como el cáncer. Por ello, pueden tener un elevado impacto en la biomedicina y el desarrollo de fármacos. “El curso tiene un alcance muy amplio. Queríamos partir desde un punto de vista minimalista, centrado en cómo interactúan unas piezas con otras, para llegar a otro más global, basado en cómo las moléculas toman decisiones dentro de la misma célula, en los modelos matemáticos que se obtienen dentro de estos estudios. Si conocemos su comportamiento, podemos interferir en ellas”, precisa Antonio Díaz Quintana.

La Biointeractómica, continúa el profesor de la US, tiene el fin de “desentrañar las distintas conexiones que se establecen entre biomoléculas dentro de un organismo y su relación con el destino celular y el estado fisiológico”. Este campo supra-disciplinar propone una perspectiva de contexto en torno al mosaico molecular, y no un estudio parcial o individualizado, “tesela por tesela”, de las distintas estructuras. “El área de la salud está muy implicada. El objetivo es cómo poner de acuerdo las distintas disciplinas y abrir un diálogo sobre las formas posibles de trabajar en el tema”.