MARTA CABALLERO
La idea es cocinar en casa, hacerlo como un chef y que esto pueda suceder incluso cuando estás fuera. Son las ventajas de Eskesso, que viene del término coloquial sevillano «Esquisso», que se utiliza para expresar que algo es muy bueno. Con este nombre, dos hermanos emprendedores que dejaron Sevilla para montar su empresa en Londres han creado un robot de cocina inteligente que permite cocinar al vacío, para que las personas con menos tiempo puedan disfrutar de una dieta sana dedicando muy pocos minutos al día. Tan sencillo como llenar un recipiente con agua, colocar el Eskesso en el interior y preparar las recetas con ayuda del ‘smartphone’.
El comprador selecciona las bolsas con los platos que otros han preparado, los guarda, los mete en el agua el día que los vaya a consumir y puede indicar a su Eskesso a través del móvil que las tenga listas antes de que lleguen a casa.
«Funcionamos como una especie de Airbnb de la comida, ponemos en contacto a la persona que consume con la que cocina a través de nuestro horno». Al habla, Pedro Núñez (Sevilla, 1977), uno de los fundadores. Su carrera habla de un perfil profesional que todos deberíamos empezar a tener en el horizonte si queremos emprender en este mundo de alta velocidad y cambios. Lejos de querer pegarse a una silla o a un puesto de trabajo determinado, este empresario siempre anheló avanzar en distintas direcciones, con la resiliencia como atributo.
Casi desde niño se interesó por la tecnología. En sus días en el Colegio San Francisco de Paula, ya era un estudiante al que le gustaba hacer cosas con las manos. Eligió Ingeniería de Telecomunicaciones porque entonces estaba de moda, pero pronto sus inquietudes llevaron más allá. De primeras, a Lovaina, en Bélgica, donde cursó un Erasmus en el año 2000 que le puso por primera vez en contacto con personas dedicadas directamente a la informática. «Noté mucha diferencia con los recursos y además tuve la suerte de trabajar con el profesor Willy Sansen, una institución con cuyos libros habíamos estudiado en la Universidad de Sevilla».
A su regreso, Núñez entró en el Departamento de Tecnología Electrónica de su facultad. En 2001 presentó el proyecto de fin de carrera y entró como becario en Telefónica Soluciones, su primera experiencia en el mundo laboral. Cuando la multinacional estaba a punto de contratarle, le llegó una oferta de Saínco, integrada en el Grupo Abengoa. Trabajaría en el Departamento de Redes y Telecomunicaciones dentro del sector Petróleo y Gas.
500 kilómetros de oficina
«Salí disparado hacia Ecuador, a un oleoducto de petróleo crudo, de 500 kilómetros, que llevaba el líquido desde la selva más profunda hasta el mar. El sistema de telecomunicaciones se controlaba desde Quito y nosotros supervisamos toda la fibra óptica de todo el recorrido. Viví desde la selva a la playa, pasé noches en un camión… conocía los 500 kilómetros. Parte del recorrido era en una zona un poco peligrosa, porque entonces la guerrilla colombiana estaba en pleno auge. Yo no era muy consciente, era joven y estaba viviendo mi primera gran experiencia».
En Quito y todos los lugares que tenía que visitar, Núñez conoció el ambiente de una gran obra, el trabajo junto a cientos de compañeros y la responsabilidad de impedir que se detuviera el oleoducto, pues un minuto de parón implicaba pérdidas de cientos de millones. También aprendió a buscar soluciones y a calmar los nervios ante cualquier problema. A finales de 2003, con ese conocimiento acumulado, la empresa le traslada a Lima, esta vez a un gasoducto que surcaba la capital. Al frente de las Telecomunicaciones, disfrutó de la experiencia de vivir en Perú pero, a finales de 2005, cuando su empresa le quiso trasladar a Sudán, decide regresar a casa.
En ese instante, inició su aventura por su cuenta, junto a un socio, Fernando Gracia, que actualmente trabaja para Facebook. «Decidimos crear una empresa dedicada a Wifi. La idea, hoy muy común, era montar redes para edificios de vecinos, pues entonces el servicio aún era caro. Siempre he tenido la sensación de que en muchas cosas hemos ido demasiado deprisa. En aquel proyecto, muchos administradores de fincas no terminaban de ver la importancia del servicio. Así las cosas, decidí matricularme en un master de domótica para ingenieros y a principio de 2006 constituyo Domonova, mi segundo proyecto.
Salto a la domótica
El de la domótica, recuerda, fue un mundo en el que existía entonces un ritmo de crecimiento ágil. Aunque eran los días previos al fin de la burbuja inmobiliaria, habían obtenido clientes particulares que lograron mantenerles en pie una vez que en verano todo se vino abajo. Núñez se encargaba de prestarles servicio técnico y su socio se ocupaba de la inversión. Trabajaba desde Los Pirineos a la Costa del Sol. En 2011, uno de sus becarios, de origen marroquí, les propone crear una filial en Marruecos que aún sigue en marcha.
Sin embargo, su inquietud le animó a seguir buscando opciones y creó una nueva empresa, esta vez junto a su hermano, ingeniero informático y con una trayectoria similar a la suya, pues había trabajado en Telefónica y Abengoa. Como él, también había escuchado muchas voces que le tildaban de loco por haber dejado un puesto de trabajo en plena crisis y en una gran multinacional. Las acallaron trabajando. «Te acostumbras rápido a no tener jefe, al emprendimiento, a que nadie más te diga ya qué tienes que hacer».
En un principio, pensaron centrarse en el creciente mundo de las aplicaciones móviles. Hablamos de un momento en el que Apple Store sólo contaba con unas 200 apps. Hoy, supera los mil millones. Su hermano no se equivocaba cuando le dijo: «Esto es lo que va a pegar». Fundaron UEG Mobile, un nombre cuyas iniciales responden a las palabras Unión de Emprendedores de Guadalcanal, el pueblo de su familia. «Debo ser la única persona con una empresa tecnológica en la Sierra Norte de Sevilla», bromea Núñez, que es el presidente de la Asociación de Empresarios de la localidad.
Cocinando en unos minutos
Pero aún les faltaba otro paso. Ya en 2014, de nuevo junto a su hermano Pablo, deciden unir los dos campos que han tocado en su aventura empresarial, la domótica y las aplicaciones, y se centran en reconducir su experiencia hacia el IoT. En ese momento, Pepe Maestre, amigo y compañero de la carrera, vuelve de Estados Unidos con un equipo de cocina al vacío. Les explica la técnica y ven que hay una oportunidad de negocio si consiguen crear un aparato similar que pueda manejarse con el móvil.
Se pusieron a trabajar. Dos becarios diseñarían el prototipo como proyecto de fin de carrera mientras ellos investigaban el mercado. Para su fortuna, la idea que ligaba este tipo de gastronomía a las apps no estaba explotada. Entraron en contacto con Quercus, una consultora que presta ayuda a los emprendedores para que se presenten a proyectos europeos.
«Nos centramos en Fiware, un proyecto de la UE para la nube que pretende competir con los grandes productos norteamericanos. No le hacen sombra pero sí mueven muchos proyectos y ofrecen 100.000 euros a fondo perdido si utilizas esta tecnología». En nueve meses tenían que tener todo, la app y el prototipo de horno. En el proceso, analizando a sus futuros competidores, se percatan de que todos tienen en mente un comprador al que le gusta la cocina o a un profesional, y ahí es donde deciden tomar una ruta alternativa: «Vimos las ventajas de cocinar para gente que no tenía tiempo».
Se empeñaron en facilitarle la vida a ese perfil de profesional de las grandes ciudades, de clase media alta, al que le es imposible rascarle horas al día para comprar y que tampoco es un as en la cocina. Por eso pensaron que lo ideal sería ofrecer comprar bolsas con comida ya preparadas con su horno para que se las llevaran a casa, en un modelo similar al de Nespresso.
En junio de 2016, logran que Startup Bootcamp, una aceleradora internacional, con sede en Londres, aceptase su proyecto en su programa de cuatro meses de aceleración para empresas de IoT. Fueron una de las 10 elegidas entre 425 solicitudes de startups de 61 países. En este contexto, quedan finalistas en South Summit, una de las principales conferencias de startups en Europa. Más adelante, son admitidos por Skylab, otra aceleradora financiada por la UE con sede en varios países y el respaldo de cuatro universidades. «Nos ayudaron mucho en mentorización, advisors, nos presentaron a inversores…».
Un negocio doble, para chefs y comensales
El último paso, en el que se encuentran ahora, comenzó en octubre de 2016, mes desde el que de verdad se vieron implicados en un proceso de aceleración, de nuevo en Startup Bootcamp. Cada día tienen workshops y eventos, aprenden de marketing… «Mi hermano y yo nos mudamos a Londres y el resto del equipo va y viene. Hemos dado una vuelta al negocio creando un ‘market place’ con dos roles, el del cocinero y el del consumidor. El primero es el que prepara las bolsas para aquellos que no tienen tiempo».
El 25 de enero de 2017, en horario vespertino, se celebra en Londres el Demo Day como colofón del Startup Bootcamp, muy centrado en el sector de Internet de las Cosas (IoT). Ante 400 personas (inversores, emprendedores, tecnólogos y periodistas expertos en startups), Pedro Núñez interviene para presentar Eskesso y explicar todo lo que ha avanzado en su desarrollo. Al igual que harán otras 8 startups seleccionadas. Se puede seguir en directo a través del enlace: https://www.facebook.com/startupbootcamp
Para Pedro Núñez, Londres es la ciudad perfecta para su negocio. «Está llena de gente que tiene dinero, que quiere una dieta sana pero no tiene tiempo. Decidimos no fabricar nosotros la comida porque era entrar en un sector que desconocemos. Tenemos mucha gente que es chef, que quiere cocinar con el aparato y vender sus propias recetas. En nuestra web todo se valora, con estrellas de uno a cinco. También hay personas amateur que cocinan y venden bolsas. Y luego hay chefs que quieren ganar notoriedad. No dejamos entrar a cualquiera, claro, necesitamos que aquellos que elaboran los productos creen platos y recetas de calidad«.
Cualquier gastronomía tiene cabida en el horno de Eskesso. Como si fuera cosa de magia, el cliente puede preparar con él platos de carne, pescado, huevos, verdura… «Tenemos gente que ha transformado el vodka en ginebra utilizando nuestro prototipo. Los precios de cada bolsa están entre las cinco y las ocho libras, es lo que vale un lunch allí. Respecto a la preparación, una persona puede realizar seis bolsas en una hora de trabajo. Normalmente, los chefs están más interesados en crear recetas caras, las de días especiales, pero sabemos que hay también un gran negocio en el día a día. Hoy existe un gran movimiento en el mundo de la cocina y queremos estar ahí».
La Marca España será una de sus cartas de presentación, por eso ya se están buscando acuerdos con grandes cocineros del país que les avalen cuando entren con su invento en otras capitales europeas. Primero en Reino Unido (Manchester, Brighton…) y luego rumbo a París, Munich, Amsterdam… A todas esas grandes ciudades en las que un minuto de tiempo vale oro.