MARTA CABALLERO | REPORTAJE GRÁFICO: ISAAC FERNÁNDEZ

Llegó a la Escuela de Ingeniería Informática de la Universidad de Sevilla cuando aún faltaba media hora para su conferencia. Desaliñado, con la mirada aviesa, dando voces a quienes le hablaban a su juicio demasiado deprisa, exigiendo un lugar para colocar su artillería de merchandising. Unos seguidores se le acercan a pedirle una foto: “¡No me hagan perder mi tiempo!”, exclama en español sonando como un trueno.

Richard Stallman (Nueva York, 1953) es un mito de la informática. A comienzos de los 80, cuando varias compañías terminaron de limitar el software libre para que fuera únicamente privativo, arrancó la lucha de este programador a favor de la libertad en la  en la red y contra los abusos relacionados con el uso de datos y el cobro a los usuarios. En aquellos días, era un joven investigador en Cambridge. Creó entonces su propio sistema operativo, GNU, una manera de proceder en libertad y bajo los parámetros de la ética. Nunca imaginó la enorme repercusión que alcanzaría.

Stallman pasó por Sevilla para participar en el III Congreso de Seguridad Informática, que reunió a más de 450 asistentes, tanto expertos en seguridad como interesados en la materia, con 20 ponencias sobre ciberseguridad.

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«Me apena que haya venido con un ordenador Apple», comienza advirtiendo. Su pequeño portátil, que coloca sobre la mesa durante la entrevista con Sevilla World, fue un día un IBM. Hoy sólo contiene software libre: «Todos deberíamos hacer el esfuerzo de liberarlos, el ciudadano debe participar en esta y otras luchas, debe implicarse contra males de nuestro tiempo, como el espionaje».

En su empeño por promover este movimiento que tiene mucho de filosofía, Stallman pasa sus días viajando por el mundo. Sus conferencias siempre están llenas de un público que le atiende sin pestañear y que confirma en ellas sus peores temores, el lado más siniestro de las marcas que compramos, de las aplicaciones que descargamos y de las redes sociales en las que consumimos nuestro tiempo. Internet, tal como está concebida hoy, sostiene Stallman, nunca nos hizo más libres.

– ¿Puedo hacerme una foto con usted?, le pregunta un estudiante.
– Puede. Pero deberá quitar la función de geolocalización de su teléfono y no puede subirla a Facebook, porque es el mal, ni compartirla por Whatsapp ni Instagram, porque esos son los tentáculos de Facebook. Si lo ha entendido, puede hacerla.

Una vez que la sala donde se produce la entrevista se queda tranquila, en perfecto español, Stallman explica los motivos de su trabajo y de su incansable trote por el mundo. A continuación reproducimos sus consideraciones sobre libertad, informática, la ideología del software libre, el porvenir de su país, la negrura del cambio climático…

«Descubrí que la informática podía hacernos más libres»

«En los años cincuenta, había muy pocos usuarios de computadoras pero entre ellos había muchos que utilizaban software libre. Yo comencé a usar ordenadores en el año 1969, una fecha en la que había tanto privativo como libre. Pero en esa época los sistemas operativos sí solían ser libres. Cuando fui a la universidad, en Cambridge, investigaba todos los laboratorios y encontré el de Inteligencia Artificial del MIT. Me encantó porque sólo tenía software libre. Allí me dieron trabajo como desarrollador. Mi tarea consistió en contribuir en los programas libres que facilitaban la labor del laboratorio. Entonces descubrí sus ventajas, vi que aquello era una vida fundamentada en colaborar. Apreciaba mucho esa libertad, no sólo yo sino todos los desarrolladores que trabajábamos allí».

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«Vi la la importancia de actuar»

«Fue más tarde cuando descubrimos las verdaderas posibilidades de nuestra investigación. Durante los 60, y hasta 1981, no me parecía sentirme amenazado. Estaba contento con mi trabajo pero fuera del laboratorio el software libre había ido desapareciendo, sólo existía el privativo, toda una comunidad había sido destruida por conflictos comerciales. Al mismo tiempo, la computadora con la que trabajábamos en la universidad había quedado obsoleta y los nuevos modelos eran solo privativos. Vi que había perdido una oportunidad y mi libertad. La única manera de escaparme fue desarrollar una nueva comunidad libre, que es lo que hacía falta».

15417085_706125092878695_107785156_n«El software tiene ideología»

«No sigo corrientes artísticas ni ideológicas pero el software libre combina una influencia capitalista, una socialista y una anarquista, todas están en las ideas del movimiento. Por ejemplo, no estamos en contra del negocio, de vender copias de software libre o desarrollo, soporte… todo esto es legítimo. Estamos a favor del negocio pero en contra de los que no respetan la libertad de los usuarios. No nos negamos al capitalismo salvo cuando somete a las personas. Si un estado comunista somete a las personas, también nos oponemos. Otro ejemplo, el socialismo está patente en nuestra lucha en cuanto a que creemos en generar programas libres y en publicarlos publicarlos para mejorar el mundo, para que estén disponibles para todos. Igualmente, también reivindicamos limitar el poder de propiedad para someter a las personas. No queremos acabar con la propiedad privada. Si tienes una copia de un programa libre, esta es de tu propiedad, mientras que con el privativo no te pertenece a ti sino a la empresa».

«Los hackers y el idealismo»

«Un hacker es alguien que suele usar su inteligencia con un espíritu juguetón. En cualquier campo, no necesariamente con computadoras. Se trata de ir en la dirección incorrecta en una escalera mecánica. Usar un sistema pero no de la manera concebida para usarlo. Es una manera de jugar, un cambio de las reglas. En mi caso, como hacker siempre he jugado pero con un objetivo. Hay una expresión de los hackers, “Ha, Ha, Only Serious”, HHOS, que significa que les gusta bromear pero con algo serio al fondo de su intención».

«Sé que es una lucha difícil»

«Hace más o menos 15 años empecé a ver que nuestra lucha iba a ser compleja. No tomé nota del momento, simplemente lo supe. Tenía dos opciones, seguir luchando o rendirme. Escogí la primera. Rendirse garantiza el fracaso inmediato; la otra, no».

«Muchas empresas son peligrosas»

«No sabría decir cuál es la peor. Apple, Facebook, IBM, Google… Hay empresas muy mezquinas pero que a la vez pueden estar haciendo bien por otro lado. No puedo adivinar el futuro, de manera que me cuesta evaluar los peligros de cada una. Basta saber en qué dirección no se debe ir para saber cómo luchar. Si ves que un camino es malo, no tomarlo es suficiente. No es necesario saber hasta dónde llega si ya sabes será cuesta abajo».

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«El software privativo ataca la libertad»

«Para mí, los funcionalidades malévolas en los programas privativos atacan la libertad de forma directa. El software privativo es la base para someter a la gente. Cualquier informática que niega al usuario su control de esa informática es malo».

«Donald Trump es malévolo»

«Es un acosador, malévolo y fomenta la fuerza de los prejuicios. Si él no es un nazi puede que los que sí lo son acaben tomando el poder gracias a él ocupando la presidencia de los Estados Unidos de América».

«Fidel Castro acabó con los valores democráticos»

«Castro acabó con los derechos humanos democráticos en Cuba pero ha logrado cosas buenas, como el sistema sanitario y la educación en el país. La cuestión es cómo admitir derechos humanos sin ceder al imperio que terminaría acabando con los mismos derechos humanos. Sólo he estado allí una vez, también para impartir conferencias».

«Maduro ha destruido la economía de Venezuela»

«Apenas tengo contacto actualmente con Venezuela. Nicolás Maduro no sabe hacer bien las cosas como presidente, es el terror y ha destruido la economía. Venezuela necesita otro Hugo Chávez. La intención ha sido subvencionar los productos diarios para los pobres. Esto se hace en Estados Unidos sin fomentar el contrabandismo ni perjudicar al mercado».

«Ningún Estado debe privatizar el control de la informática»

«No hay países digitalmente libres. De todas formas, no sigo la actualidad hasta ese punto de conocer lo que ocurre en cada país. Sé que insultar u ofender a alguien es un delito en muchas naciones. Es una locura, algo inimaginable para mí. Existe censura de todo tipo, espionaje, seguimiento, husmeo. Y existe en países en los que conviven software libre y privativo… Si algo tengo claro es que el Estado no debería nunca abandonar su control de la informática a manos privadas. Y absolutamente en todos hay derechos de autor que funcionan de manera injusta. De todas maneras, el mayor mal es prohibir la comultiplicación de copias. Fíjese que no empleo la palabra compartir sino comultiplicar. Porque no hablamos de dividir sino multiplicar. En fin, hay países a los que no iría. Así, Pakistán, Egipto, Irán… En España hay injusticias pero no llegan al nivel de la violencia personal. Aquí no me siento amenazado. Sé en cambio que algunos ricos sienten amenazados sus bolsillos por lo que promovemos».

«Solo se me ocurre intentar luchar contra la injusticia»

«No albergo demasiada esperanza. Es muy probable que la civilización técnica cese en unas décadas por todos los problemas globales. Calentamiento, crecimiento de la población humana, la pérdida de tierra cultivable. Según algunos expertos, nos quedan sesenta recolecciones antes de que no podamos continuar con la agricultura. No sé qué pasará pero no se me ocurre otra cosa que no sea intentar hacer algo. Mi campo es la informática, aquí es como lucho contra la injusticia. Y, siendo, una sola persona, creo que me doy por satisfecho con lo que he logrado».

«Cómo me gustaría ser recordado»

«Querría que me recordaran como el libertador del ciberespacio… si es que logramos liberarlo. La amenaza principal, la raíz de todos los peligros, es la plutocracia. Muchas veces en mi vida he usado antibióticos, me imagino que como cualquiera, pero puede que en cinco años no sirvan ya porque las grandes compañías están dándoselos a los animales, que provocan resistencia a las bacterias que nos atacan. El sistema, siendo tan plutócrata, es incapaz de restringir a las empresas de ganaderos. No lo hace porque esto supone un coste. Pero ¿cuánto cuesta abrir los ojos? ¿Cuántos humanos morirán por no hacerlo? La causa del calentamiento global es la plutocracia, por ello no le hemos podido poner fin. Los plutócratas han comprado partidos políticos en mi país y siguen camino de que perdamos todo. Me parece bastante probable que en 40 años empiecen a morir millones de personas a la vez por estos problemas. A finales de siglo muchas regiones serán inhabitables. Incluido el sur de Estados Unidos. Allá donde haga demasiado calor y humedad, empezarán a morir todos los humanos».