La prueba de que los idiomas abren las puertas del mundo tiene un ejemplo claro en la trayectoria de María López-Obrero (Sevilla, 1985), una joven criada en La Buhaira que ya desde niña manifestó una decidida curiosidad por viajar. En sus días de bachiller en el Luca de Tena convenció a sus padres para vivir un tiempo junto a una familia en Italia. Más adelante, llegó la beca Erasmus a Londres. Y todo esto lo cuenta desde Taiwán, país en el que reside desde hace cuatro años y donde trabaja para la empresa española Suavinex, que está en plena expansión en el continente asiático. Su trayectoria laboral le ha llevado a pasar jornadas en Italia, Francia, Holanda, Bélgica, China, Hong Kong, Corea, Malasia…
Antes de lograr este puesto de trabajo, López Obrero se licenció en Traducción e Interpretación en la Universidad Pablo de Olavide. Cuando llegó el momento de ver las salidas profesionales, entendió que sus habilidades en idiomas, combinadas con estudios en el mundo de los negocios, podrían procurarle un buen puesto de trabajo. En la Cámara de Comercio de Sevilla se matriculó en un master en Comercio Internacional, gracias al cual pudo hacer prácticas en la fábrica de muebles Guadarte, donde al poco tiempo fue contratada.
Mudarse a Taipei
Sin embargo, su pareja por aquel entonces también quería trabajar fuera de España, así que juntos decidieron marcharse a Taiwán. “Él iba con una ocupación pero yo me marché un poco a la aventura. Empecé dando clases de inglés a taiwaneses pero a los tres meses encontré un puesto en una empresa que buscaba a una persona que hablara inglés, francés e italiano para encargarse de los clientes europeos”, recuerda.
No tardó en llegar un nuevo avance. Su jefe allí cambió de trabajo y decidió llevarla con él para que siguiera dedicándose a tareas de marketing y ventas. Gracias a aquel salto, pudo optar a mejores condiciones laborales, un salario más potente y días de permiso para viajar a España y a otros lugares, pues lo habitual en Taiwán es que durante el primer año no se tengan vacaciones. Pasó el tiempo y, cuando estaba decidida a volver a cambiar su ubicación, la llamaron de Suavinex, una firma de productos para bebés.
«Trabajo moviéndome por varios países»
Necesitaban un profesional que estuviera a cargo de la mencionada expansión asiática y que supervisara la apertura de la nueva oficina en China. Desde hace más de un año trabaja en soledad desde la capital taiwanesa, tratando con clientes de otros países de la zona como China y Hong Kong, a los que viaja varias veces al mes. “Estoy sola y saco adelante gran cantidad de trabajo. He aprendido mucho”, agradece la traductora, que estos años ha mejorado su nivel de chino, a pesar de que suele desenvolverse en inglés, pues le otorga un mayor poder de negociación.
La relación con su novio, con el que se casó un mes antes de mudarse a Taipei, acabó pero, a pesar del revés sentimental, ella decidió mantenerse en su camino profesional. Con todo, reconoce, vivir tanto tiempo tan lejos de casa también tiene su componente de dureza. Por esta razón ha aceptado volver a España, donde Suavinex le ha ofrecido un trabajo de marketing internacional en Alicante. “Es un buen momento para regresar pero siempre tengo en mente la posibilidad de salir de nuevo”.
López Obrero se siente valorada por sus clientes. Ha logrado desarrollar capacidades imprescindibles en el mundo de los negocios sin que su formación estuviera relacionada a priori con esta materia. “Si prometo algo, lo cumplo. Además, soy honesta y procuro mantener una buena relación con ellos, porque esta es la base del trabajo de ventas, más allá de los conocimientos técnicos que puedas tener”, ejemplifica. “El master me dio muchas claves pero todo lo he ido aprendiendo sobre la marcha. Mi consejo para los estudiantes es que estén abiertos a todo lo que les venga”, recomienda.
«No hay que tener miedo a salir de España»
No se siente una expatriada, aclara. Al contrario, no limitar su terreno profesional a España le ha servido para regresar con puesto de trabajo altamente cualificado y de responsabilidad. Por supuesto, también ha crecido personalmente. “Con la edad que tengo no podría haber aspirado a ese puesto si no me hubiera ido fuera. Y lo logré a los 29 años”, presume.
Algo está cambiando en su generación, quiere ver la traductora, tal vez una resistencia menor a asumir que el trabajo puede estar en cualquier rincón del planeta y que ese punto en el que se empiece la carrera profesional también puede ser un aglutinador de grandes experiencias laborales y personales.
“Aceptas las enormes diferencias del nuevo país con el tuyo. Asia es tan distinto a lo que conocemos que cuando por trabajo viajo a Francia, por ejemplo, ya me siento como en casa. Pero se vive muy bien en Taipei, la gente es agradable y es una ciudad barata y que funciona muy bien. Es un pequeño paraíso, esto a pesar de que llueve muchísimo, algo bastante duro para alguien que ha crecido en el sur de España. También he aprendido a relativizar el calor de Sevilla, aquí tenemos un 90 por ciento de humedad en días de verano de 40 grados”, bromea. Asimismo, gracias a la situación de Taiwán, ha podido viajar por placer a Borneo, Sri Lanka, Camboya, Bali…
Es cierto que no todo ha sido una luna de miel, insiste. El choque cultural lo ha notado en que los taiwaneses son, según su experiencia, gente impersonal, algo infantil y que valora mucho el dinero. Pero se vuelve con amigos, mejor idioma, óptimas perspectivas. “No me veo en Sevilla de momento, en todo caso dentro de unos años, cuando tenga familia. Tengo en mente volver a residir en otro país, pues Alicante tampoco es mi destino favorito, pero mi empresa está haciendo las cosas bien, piensa mucho en el largo plazo, valoro su visión del producto. Además, está creciendo mucho en España, Francia e Italia”, celebra. Gracias a su trabajo estos años, Suavinex también ha iniciado un camino en China, adonde ella ha viajado constantemente. “Animo mucho a los jóvenes a que salgan, vean, crezcan en otro país. Se aprende mucho y profesionalmente ampliarán sus posibilidades”.