En el atrio del Pabellón de Francia de la Expo 92, un espacio que sigue hablando de futuro 25 años después, nos espera el músico e ingeniero Darío Márquez Ladrón de Guevara (Cádiz, 1987). Antes de entrar a enseñarnos el marciano lugar donde trabaja, la vibrante incubadora de nuevas empresas gestionada por Telefónica y la Junta de Andalucía, se toma un café y despliega las bondades de desarrollar allí su negocio.

Logró su pasaporte a esa efervescencia empresarial digna de una capital mundial presentándose junto a su equipo a la convocatoria Andalucía Open Future que concede el Gobierno andaluz y la citada empresa de telecomunicaciones. Lo hicieron con La Cosa, un pedal para tocar en directo que reunía todas las aplicaciones de diversos aparatos relacionados con este fin.

Fue en octubre de 2015 y hoy presumen de estar levantando desde allí una empresa antes de haber terminado la carrera. “Al Cubo entras a que te den cachetás, a que te cuenten lo que haces mal, pero si no te lo dijeran ellos, te estaría dando los palos el mercado. Cada semana nos ponemos unos hitos y los mentores nos van asesorando en cuestiones de marketing, comunicación, experiencia de usuario, desarrollo de negocio, legalidad… Ese tipo de consejos son los que te ahorran el batacazo, aprendes alrededor de tu producto y no desde la teoría«.

Darío Márquez en su lugar de trabajo, El Cubo. Foto: M.C.

Fue su pasión por la música la que le catapultó hasta allí. Hijo de melómanos, Márquez presume de que sus padres le llevaran a un concierto de Leonard Cohen cuando sólo tenía unos días. A los ocho años entró en el conservatorio y a los 14 descubrió la guitarra eléctrica. Gracias a este instrumento conoció a Daniel Garzón, su socio. En plena adolescencia fundaron un grupo llamado Caronte, recuerda con cierto pudor. Cuando llegó el momento de estudiar la carrera en Cádiz, crearon otra formación, Esquina Roja, en la que despachaban una suerte de rock mezclado con funk.

Cómo funciona el sonido de una guitarra

También fue la música la que le hizo estudiar ingeniería de Telecomunicaciones, pues quería descubrir cómo funciona el sonido, todos aquellos aparatos con los que se había familiarizado. Fue así como conoció a Ricardo Moreno, su segundo socio y compañero de carrera.

En aquellos años, empezaron a barajar la idea de diseñar una pedalera, un aparato que acabara con las carencias de los ya existentes. Antes de ponerse manos a la obra, Márquez se fue de Erasmus a Dresde. “Daniel, que había estudiado Diseño Gráfico Publicitario, vino a verme, actuamos allí en el festival BRN. Entonces Ricardo, uno de los mejores ingenieros que he conocido, me habló de estas subvenciones y vimos que con lo que yo sabía de guitarra eléctrica, y su destreza en la electrónica, podíamos hacer algo. Daniel se encargaría de las labores de comunicación, ventas…”.

Decidieron constituirse como empresa y eligieron por nombre Ad-Lib Electronics. La idea que querían transmitir con esta voz latina que se utiliza en las partituras cuando el compositor deja algo a criterio del intérprete era que el músico pudiera tocar a placer, libremente. La clave se la aportaron las vicisitudes que habían ido percibiendo como músicos. Si un artista canta y toca a la vez, cambiar el sonido en directo pisando el pedal resulta complejo. “Es difícil lograrlo sin irte de tiempo, te puedes equivocar enseguida. De ahí es de donde vienen los famosos fallos del directo. Así que nos propusimos facilitarles la vida a los guitarristas”.

Captura de pantalla 2016-07-12 a las 8.44.58

Darío Márquez junto en una imagen promocional de La Cosa.

En España, salvo casos muy artesanos, no existen empresas que se dediquen a este sector en el que sí son potentes países como Estados Unidos y Reino Unido, de modo que aquí son precursores. Su producto, además, es único en el mercado. «Es una revolución en el mundo de la música. Y es que somos pioneros en la fabricación de pedales de guitarra eléctrica y bajo que usa el internet de las cosas, lo que supone que productos que no tenían conexión a la red, ahora sí la tienen».

Al prototipo de La Cosa lo denominaron Frankenstein. Se trataba de un dispositivo mayor con efectos modulares. Sin embargo, como su objetivo era que sus ingenios fueran comerciales y técnicamente viables, decidieron centrarse en la parte del control. “Quisimos llamarle La Cosa porque nos hacía gracia seguir jugando con monstruitos. Hace poco hemos diseñado un pedal overdrive al que hemos bautizado como Kenny, por uno de los protagonistas de la serie de animación South Park. Nuestro objetivo es producir una gama de productos alrededor de La Cosa, desarrollar aplicaciones integrables a este dispositivo, otros accesorios…».

IMG_4201

El equipo de Ad-Lib Electronics remata en la incubadora El Cubo su innovadora pedalera para guitarristas. Foto: MC

Su acierto, reunir en un mismo cuadro diversas funciones que en origen estaban desperdigadas. Afinadores, pedales, fuentes de alimentación, controladores midi… “Las estrellas del rock utilizan aparatos que integran todo esto. Equipos carísimos, de 15.000 a 20.000 euros. Lo que hemos hecho es convertirlo en un producto comercial, a 649 euros. Con nuestra creación puedes otorgarle fiabilidad al directo sin que tengas que ser una estrella. Queremos ofrecer calidad, no es un producto lowcost sino tecnológicamente avanzado, lo cual nos permite entrar en otro nivel del mercado, no en el de los pedales de efectos más normalitos, donde existe mucha competencia”, garantiza.

Ellos se encargan del diseño y del ensamblado final pero trabajan con varios fabricantes de diferentes subsistemas, la mayoría son de la provincia de Sevilla. «El ensamblado está hecho a mano. El último paso, el control de calidad, también corre de nuestra cuenta».

El propio Márquez ya no es capaz de actuar sin su artilugio, pensado no para el músico amateur sino para aquel que lleve ya tiempo en los escenarios de forma profesional o semi profesional. “Hasta ahora, todos los que nos lo han pedido en la preventa tienen estudio de grabación propio y actúan con regularidad. Es gente que ya iba buscando un producto así porque ya tiene su sonido bien definido».

Además, es válido para todo tipo de música. Dependerá más bien del estilo y de los cambios de los que guste realizar un guitarrista. “Es totalmente transparente en lo que al sonido se refiere. Lo que da es mucha flexibilidad. Puedes plantearte combinaciones de efectos que son inviables sin este aparato. Por otra parte, al no tener que estar bailando entre pedales, te puedes permitir el lujo de buscar otros sonidos, pues es físicamente imposible ir pisando seis pedales».

IMG_4199

«En El Cubo te enseñan cómo aprender desde tu negocio, no desde la teoría», agradece Darío Márquez. Foto: M.C.

«Es mejor tocar bien que tocar difícil»

¿Y los puristas? ¿No les han preguntado si La Cosa resta autenticidad a la pericia de un músico? “Nos lo han comentado más desde fuera que desde dentro del negocio musical. Los artistas que se pelean con los pedales saben que es mejor dejarse de tonterías a cambio de poder ofrecer un buen directo. La Cosa no varía el tono, no utilizarla es una especie de masoquismo. La pregunta es: ¿Quieres tocar difícil o tocar bien?”, sentencia con aplomo.

Y lo cierto es que atinan dotando de sencillez el proceso. El funcionamiento es simple, se aprende en cuanto se enciende: “La Cosa crea un punto de acceso wifi para poder configurarla. Controla hasta ocho efectos y puedes tener hasta 100 bancos que el propio usuario va nombrando. En total, hablamos de hasta 800 sonidos”. Además, respecto a la competencia, a ojos de Márquez poco atenta a la experiencia del usuario, La Cosa tiene la ventaja de que puede manejarse desde el móvil.

 


Una de las 7 start-ups musicales más prometedoras del mundo

Además de catapultarles a El Cubo, el invento les ha brindado la oportunidad de participar en 2016 en la prestigiosa MidemLab Start-Up Competition, en Cannes, el mayor evento mundial alrededor de la música y sus avances, un concurso que estrecha las relaciones esenciales con la industria de la música, proporciona un conjunto de herramientas para forjar relaciones de negocios y permite la firma de acuerdos y descubrir las próximas tendencias que darán forma al futuro del sector. Allí quedaron finalistas en la categoría de Hardware e Internet de las Cosas. «Competíamos con empresas de Francia, Alemania, Suecia y Estados Unidos, el nivel era muy alto. Había gente de Warner, Sony Music, Deezer, además de artistas, organismos públicos culturales de muchos países… llegar a este nivel es increíble. Sabes que dentro del sector estás entre las siete startups más prometedoras del mundo».

La exposición ante un público de estas características le costó la vida, asegura Márquez, pero todo consiste en tener ilusión y ganas. «Hemos aprendido mucho y ha sido una experiencia muy positiva si tenemos en cuenta que el 40 por ciento de nuestro mercado está en Estados Unidos. Nuestra empresa sólo puede desarrollarse pensando de una forma global», expone.

A lo largo del verano empezarán a vender su creación a través de la tienda online de su web y también desde tiendas físicas que ya se han postulado para comercializarla, algunas son de Sevilla. «Hemos despertado interés», celebra. Para el lanzamiento están buscando patrocinadores, músicos que quieran asociar su imagen al trabajo de estos ingenieros. «Varios guitarristas de estilos diferentes nos han felicitado, hablamos de gente que tiene más de 40 conciertos al mes, estudios de grabación…».

El siguiente paso será diversificarse más allá del software. «La electrónica da mucho juego», asevera Márquez, que ya piensa en futuros productos enfocados a la música y al sector de internet de las cosas.