La Orquesta Joven de Andalucía ofrece el concierto correspondiente a su segundo encuentro anual de 2016 en el Teatro Maestranza de Sevilla el próximo lunes 28 de marzo bajo la batuta de su director musical, Manuel Hernández-Silva, y con el internacionalmente reconocido violonchelista Guillermo Pastrana como solista invitado.
La Orquesta Joven de Andalucía es parte integrante del Programa Andaluz para Jóvenes Intérpretes de la Junta de Andalucía, programa creado en 1994 con el objetivo de impulsar y complementar la formación musical de jóvenes valores entre 16 y 24 años (26 en el caso de los contrabajistas y 27 para el coro) que aspiran a incorporarse al ámbito profesional. Anualmente se organizan tres encuentros, coincidiendo con las vacaciones escolares, en los que la Orquesta Joven de Andalucía prepara de forma intensiva el repertorio sinfónico, de cámara y música coral que posteriormente interpretarán en concierto. 105 músicos originarios de Andalucía (y procedentes de diversas ciudades y países donde están trabajando o estudiando) se encuentran estos días de Semana Santa en Mollina (Málaga) ensayando para el concierto que ofrecerán el lunes 28 de marzo en el Teatro Maestranza de Sevilla y cuyos preparativos se pueden seguir en la página de Facebook de la OJA.
Las actuaciones de la OJA son seguidas por los aficionados con gran interés debido al dominio instrumental y madurez expresiva que demuestran los jóvenes dirigidos por la batuta de Manuel Hernández-Silva que ha estado al frente de orquestas en Viena, Linz o Venezuela. Por su parte, el violonchelista Guillermo Pastrana actuará en el Maestranza como solista invitado. El granadino es uno de los músicos españoles con mayor proyección internacional del momento habiendo trabajado con numerosas orquestas españoles y ofrecido recitales en diferentes festivales y auditorios de Europa y Suramérica.
El lunes 28 de marzo, la Orquesta Joven de Andalucía interpretará, en primer lugar, el Concierto para violonchelo y orquesta del checo Antonin Dvořák compuesto en 1895. Aunque concebido y escrito en Estados Unidos, el concierto no contiene elementos folclóricos americanos, como otras de sus obras allí compuestas, sino que destila con gran melancolía su esencia bohemia y eslava. Durante su escritura, Dvořák supo que su cuñada Josefina, que fue un gran amor de juventud, se encontraba gravemente enferma. El último de los tres movimientos del concierto recoge una cita musical en expresión de dolor por su muerte.
En la segunda parte, la OJA interpretará las Danzas sinfónicas de Rachmaninov de 1940. La composición orquestal evoca la nostalgia por la Rusia anterior a la Revolución bolchevique que Rachmaninov abandonó tras su triunfo en 1917. La pieza rebosa energía rítmicas y exuberantes melodías y, por sus referencias a otras obras anteriores, ha sido valorada como “resumen final” de su exitosa carrera como compositor y, sobre todo, como pianista.