Equipaje para un sueño. La gimnasta Ana Pérez (Sevilla, 1997) nos permitió compartir sus afanes y sus ilusiones mientras hacía la maleta para un destino al que acudió cargada de expectativas: los Juegos Olímpicos. Atrás quedan días, meses, años de durísimo entrenamiento. Río de Janeiro es el trampolín para volar hacia la gloria deportiva. “Estoy algo nerviosa, claro, pero voy contenta, con ganas, este era mi sueño”. Y lo vivió risueña, como pudieron contemplar millones de telespectadores.
En su primera participación olímpica, Ana Pérez obtuvo una puntuación de 13,133 en su ejercicio de suelo; 13,933 en el de salto; 13,633 en el de asimétricas y 13,600 en barra de equilibrios. Con la suma total de 54,299 puntos, concluyó en trigésima sexta posición y no pudo acceder a final alguna. «La verdad es que he disfrutado mucho compitiendo. No ha sido mi mejor competición, pero he sido bastante regular en los cuatro aparatos», resumió la gimnasta, de 18 años, al finalizar su concurso en el pabellón olímpico.
Ana mide 1,52 centímetros y pesa 45 kilos. Entre sus triunfos destaca haber logrado ser tercera de equilibrio en la Copa del Mundo (2015), campeona de España absoluta (2015) y campeona de la Copa de España 2016. Su peripecia en el mundo del deporte comienza cuando cumplió seis años. Su hermano mayor ya practicaba gimnasia y cuando regresaba a casa, le contaba anécdotas, le hablaba que había logrado, del ambiente del entrenamiento… “Veía a las niñas que entrenaban allí y un día les dije a mis padres que yo también quería hacer eso. Empecé a destacar pronto y a sumar horas de entrenamiento. Me encantaba, tenía algo que te enganchaba y que todavía hoy no sé decir qué es”.
https://www.youtube.com/watch?v=86Mbz0X2Wno
No tardó en llegar su primer podio, en un campeonato de Andalucía. Competía con el brazo escayolado y, aún así, quedó tercera en barra. Tenía siete años y lo recuerda como una de las mayores alegrías de su vida. “Siempre me baso en el trabajo, esa es la clave de lo que he logrado. Sé que si he conseguido un ejercicio en los entrenamientos, puedo lograrlo en un campeonato”.
«La gimnasia ocupa todo mi tiempo»
Cuando habla de trabajo, la deportista se refiere a asistir a clases de 8 de la mañana a 10.40. Luego de entrenar de 11 a 14 horas. De almorzar en un rato para a las 15 estar de nuevo en el colegio, donde estudia hasta las 17, momento en el que regresa a los entrenamientos hasta las 21. “La gimnasia ocupa todo mi tiempo. Claro que pasas rachas y muchas veces es duro, pero supongo que como cualquier otra cosa que te propongas en la vida. Estoy acostumbrada. Me costó mucho cuando llegué hace dos años al Centro de Alto Rendimiento en Madrid, era difícil compaginar las clases con la preparación física… sacar un rato para estudiar estando tan cansada me parecía horrible. Pero me adapté a mi nueva rutina. Era mi objetivo y tenía que conseguirlo”.
Ese salto que dio en enero de 2014 le llevó a separarse de su familia y amigos por primera vez pero no pestañea a la hora de admitir que toda la añoranza ha merecido la pena. “Es lo que pasa cuando las cosas te van saliendo. No tuve esperanza de ir a los juegos hasta el último momento. Cuando logré la plaza, no me lo podía creer. Estar ahí con 18 años me parecía impensable”.
Además, tiene la suerte, agradece, de contar una familia que la ha apoyado siempre y que se marcha a Río con ella. “Estos días me dicen que están contentos, que se sienten muy orgullosos de mí y que vaya a disfrutar”, comenta. ¿Y disfruta? “Mucho, sobre todo si nada se tuerce”, responde con el halo de exigencia que impregna sus palabras. Como afirma su entrenadora, quieren ir a por todas. “Mi sueño es estar en la final, vivir una experiencia así. Si voy segura de lo que he hecho, el trabajo va a salir. Espero que los nervios no me traicionen pero sé que he entrenado a conciencia y, en ese sentido, estoy relajada e ilusionada. También he trabajado con la misma psicóloga que me ayudó en el preolímpico y que me ayudará a estar mejor”.
«Sientes que vuelas»
Si no lograra todo lo que desea en Brasil, Pérez cuenta con las herramientas que le ha otorgado el propio deporte, es decir, a saber levantarse después de una caída. “He aprendido que no todo es ganar, el valor del compañerismo… sí, la gimnasia me ha dado madurez, no me gusta compararme con otra gente de mi edad pero me dicen que parezco mayor”, admite.
Aunque la competición es difícil, esta disciplina también le ha brindado un absoluto control de su cuerpo y una inusitada capacidad de reacción. “Sientes que vuelas, logras hacer movimientos que hace un tiempo te habrían parecido imposibles. Paso nervios pero en cuanto termino y veo que las cosas han salido bien, todo merece la pena. Por estas cosas recomiendo este deporte a todo el mundo. No lo cambio por nada, aunque me impida irme un día a la piscina o salir con mis amigos… Estoy satisfecha con mi trabajo y también me debo a toda la gente que hay detrás y que también es responsable de que hoy esté yo en Río. Son unos Juegos, sé que el nivel es muy alto, por eso no quiero pensar demasiado en posibilidades sino en disfrutar de la competición, de la Villa y del ambiente, aunque no podré asistir a la ceremonia de inauguración, pues compito dos días después”. Con todo, concluye la charla confiada: sueña con la final de Brasil pero ya tiene la mente puesta en Tokio. “Me queda mucho por hacer”.