Marina Alabau es la primera deportista sevillana que ha logrado ser campeona olímpica. Lo logró en los Juegos de Londres 2012. En su especialidad de tablas a vela, modalidad denominada RS:X. Una proeza que ha intentado reeditar en Río 2016. Mediada la última regata, estaba en posición de podio, luchando por la medalla de plata o la de bronce. Pero perdió posiciones y quedó finalmente en quinto lugar (que otorga diploma olímpico), sumando la puntuación de las doce regatas y de la ‘Medal Race’.
Cuando era niña, Marina Alabau veraneaba junto a su familia en Isla Canela (Huelva). Un año, se apuntó a un curso de Optimist con sus primos como una forma de aprovechar las vacaciones. No podía saberlo entonces pero aquella primera experiencia con las olas iba a cambiarle la vida. Le gustó tanto y se le había dado tan bien que, de vuelta a Sevilla, sus padres le apuntaron en el Club Náutico. Tenía 10 años y a los 13 ya había participado en su primer campeonato mundial. El verano siguiente a aquel curso decisivo se pasó al windsurf. “Era un deporte más físico, con más movimiento, requería un mayor equilibrio y todo eso lo hacía más interesante”, explicaba a Sevilla World desde su casa en Tarifa (Cádiz) antes de acudir a los Juegos de Río con la aureola de ser la campeona olímpica de esta disciplina.
Nacida en 1985, esta joven de Mairena del Aljarafe (Sevilla) es la primera de su familia en dedicarse al deporte de manera profesional. Su madre es ama de casa y su padre tenía una óptica, nada que ver con aquello a lo que lleva dedicándose desde la niñez. Su nombre es casualidad. Por aquella época no podía siquiera imaginar que se dedicaría a ello profesionalmente. “Cuando eres una niña no sabes que existe una verdadera profesión detrás de lo que haces, tampoco te planteas lo que quieres… sin embargo, me fue gustando más y más”.
Todo, recuerda, fue surgiendo poco a poco. Empezó ganando en competiciones locales, pasó a las andaluzas, luego a las nacionales y, finalmente, a las internacionales, hasta que entró en el deporte olímpico con sólo 16 años. En 2008, participó en sus primeros juegos, los de Pekín, donde logró el cuarto puesto en la clase RS:X y, en 2012, regresó a Andalucía con una medalla de oro tras ganar en los de Londres. Además, entre otros logros, ha sido campeona del mundo en RS:X femenino en 2009. En Europa se proclamó campeona en esta categoría en 2007, 2008, 2009, 2010 y 2012.
Estos pasos los enumera con absoluta naturalidad: “Es que fue tan sencillo como eso, fui avanzando y estoy contenta de haber llegado hasta aquí. Ha sido una vida de esfuerzo pero que, a la vez, me apasiona”. El primer sacrificio que tuvo que realizar fue separarse de su familia para convertirse en una deportista profesional. Se mudó de Sevilla a El Puerto de Santa María (Cádiz) y pasó a entrenar de forma diaria, a tener un sueldo… “No lo recuerdo como algo doloroso, al contrario, estaba emocionada. Vivía en la casa de una inglesa de la Federación que prácticamente me adoptó. Estaba feliz. Por supuesto que siempre he estado unida a mi familia pero también soy una persona independiente, he viajado mucho… aquel traslado sólo me trajo cosas positivas”.
«Vivir junto al mar era y es mi felicidad»
Mientras para otras adolescentes lo más divertido era salir por las noches, Alabau se desvivía por madrugar para adentrarse en el agua y mejorar de cara a las competiciones. Mudarse a El Puerto significaba que iba a estar en todas y ese era precisamente su sueño. “A muchos sevillanos les encanta ir a la playa en agosto; a mí, todo el año, todos los días. Esa era la felicidad y lo sigue siendo”, enfatiza. Por eso hoy continúa alegrándose de entrenarse, y de vivir en un pueblo como Tarifa, “uno de los sitios más bonitos donde he estado, con muchos locales tranquilos, gente de todo el mundo que viene con las mismas inquietudes que tú: practicar deporte, estar en la naturaleza…”. Allí es vecina de la campeona de kitesurf Gisela Pulido y tiene relación con otros campeones del mundo de diferentes deportes marinos.
Sigue apreciando su vida de trotamundos, aunque desde que fue madre hace dos años y medio las ausencias se le hacen más difíciles. “La logística es un poco más complicada y me cuesta mucho cuando no puedo viajar con mi hija, pero de momento puedo compaginarlo”. Preguntada por los apoyos que recibe su disciplina, la regatista se muestra crítica ante cierto abandono de las autoridades y del público. “A la gente lo que le gusta es ver fútbol porque te sientas delante de la pantalla y no tienes que pensar. La vela, en cambio, es un deporte muy difícil de entender y caro de practicar, por eso su popularidad es limitada. De todas formas, y dentro de que no es mayoritario, hoy tenemos nuestras becas y patrocinadores privados que nos permiten dedicarnos a ello profesionalmente. No se me ocurre compararme con un futbolista, me conformo con mi estilo de vida, que me encanta”.
Desde que empezó a competir, explica, su deporte ha evolucionado notablemente. Las tablas hoy son más cortas y anchas, con aletas más grandes, y también han cambiado las velas, los materiales… elementos que permiten una mayor velocidad. Asimismo, es diferente el tipo de navegación: “Hoy se navega más planeando. En mi deporte nos preparamos con un entrenador que nos sigue desde una lancha donde nos graba. Es necesario tener esta figura a tu lado para saber si vas rápido, si tienes o no un ángulo…”. Aunque dice no sentirse capaz de definir su estilo, Alabau sí reconoce que destaca porque tiene una buena técnica en todas las condiciones, algo complicado en windsurf. “Siempre intento mejorar aunque es verdad que cuando he intentado cambiar mi estilo o mi técnica a veces he tenido que retroceder a lo que hacía antes. Es lo que me ha pasado ahora y he logrado recuperar una buena velocidad que hacía tiempo que no tenía”, se alegra.
Los triunfos del deporte femenino
Está convencida de que en los últimos años se ha vivido un cambio histórico en lo referente al deporte femenino en España, con gran cantidad de títulos obtenidos por mujeres. “Al fin hemos llegado a la igualdad entre hombres y mujeres en el deporte olímpico. Antes, la mujer llegaba a una edad en la que le daba prioridad a su vida personal. Sé por experiencia que compaginar maternidad y deporte es complicado, pero hoy hay más facilidades. En los últimos años, de nuevo gracias a patrocinios y becas, puedes tener un hijo y seguir compitiendo”. Este énfasis en sus patrocinadores se debe a que son ellos los que le han procurado seguir trabajando.
“La medalla de oro en Londres 2012 no cambió mucho mi vida. Si no la hubiera conseguido, hoy estaría haciendo lo mismo. No obstante, me relaja saber que logré ese objetivo vital. Para mí el deporte es ir detrás de un sueño, sacrificarte por él. Una vez que lo logras, puedes vivir más tranquila”. Todavía quiere seguir unos años en esa quimera en la que se enroló de niña, “al menos hasta los Juegos de Tokio 2020”. Más adelante, confirma, se dedicará a su empresa, Malabau.com, una web de turismo y deporte relacionada con el windsurf que creó hace tres años. “Hoy tengo a cuatro personas trabajando allí, dos en programación y dos en contenido, y más adelante me dedicaré al 100 por 100. Es un buscador de cursos, campus, alojamientos… por ejemplo, si quieres un curso de kite en Tarifa, la web te filtra según tu nivel y te muestra un listado de escuelas, fechas…”.
Cuando deje la competición, su idea es quedarse en Tarifa junto a su pareja, el francés Álex Guayader, que es su entrenador, y su hija, que con sólo dos años y medio ya ha practicado windsurf. “Le encanta el mar, menos mal, porque es lo que le queda”, anticipa. “He cumplido todos mis sueños, con conservar lo que tengo me conformo”.