Pianista y compositor, intérprete y creador tanto en el jazz como en la música sinfónica, Daahoud Salim es uno de los talentos más brillantes de la nueva generación de artistas nacidos en Sevilla. Hijo del gran saxofonista Abdu Salim, está siendo capaz de sobresalir en numerosas facetas, recibiendo premios y encargos de festivales, orquestas y solistas.
Ha ganado premios como el de mejor banda y mejor solista en el Festival de Jazz de Getxo (Vizcaya) en 2016. El premio a la mejor banda y al mejor arreglo en el Concurso Internacional de Jazz en Lovaina (Bélgica) en 2017. El primer premio en el Concurso de Composición para Big Band organizado en 2022 por la Fundación SGAE y la Asociación Ool-ya-koo. El Primer Premio en el Tapiola Choir Composition Competition de 2022 en Finlandia.
Salto internacional desde su etapa en Amsterdam
Daahoud Salim es sobre todo conocido por su quinteto de jazz, que se conformó en su etapa de perfeccionamiento en el Conservatorio de Música de Amsterdam, donde el profesor que más le influyó fue David Kuyken, pedagogo musical de prestigio internacional. El quinteto empezó a tocar en público en 2016. Son Bruno Calvo (trompeta), Pablo Martínez (trombón), Hendrik Müller (bajo), y Andreu Pitarch (batería) que ha sustituido a la coreana Sun-Mi Hong. Con ellos ha actuado en el mítico Lincoln Center de Nueva York.
De 2018 a 2020 fue el Director Académico del Kathmandu Jazz Conservatory. La labor de este centro es preparar a jóvenes para poder realizar estudios superiores de música en el extranjero, ya que no tienen tal posibilidad en su país, Nepal. Hoy en día, estudiantes nepalíes han sido aceptados en conservatorios como los de Ámsterdam, La Haya, Utrecht, Rotterdam y Maastricht.
Intérpretes de la talla del Cuarteto Casals, Martin Fröst o Rosanne Philippens han interpretado su música para artistas clásicos. Un gran amigo suyo, el pianista Juan Pérez Floristan, otro talento sevillano de alto nivel internacional, le ha encargado una obra para estrenarla.
En la temporada 2024-2025, la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla estrenará en el Teatro de la Maestranza su obra ‘Siete principios herméticos’, que “gira en torno a los Siete Principios del Hermetismo, y que se articula en siete partes de manera ininterrumpida, representando cada una de ellas uno de esos siete principios: mentalismo, correspondencia, vibración, polaridad, ritmo, causalidad y género”. Para culminarla ha recibido una ayuda de 6.000 euros de la Fundación SGAE y la Asociación Española de Orquestas Sinfónicas (AEOS).
La experiencia de ensayar y estrenar ‘De Paz Interna’
En 2023, la Orquesta Joven de Andalucía, con la que estuvo vinculado durante siete años, estrenó en Sevilla, en el Teatro de la Maestranza, su obra ‘De Paz Interna’, concierto para saxofón y orquesta. Recuerda Daahoud Salim que “mis estancias con la Orquesta Joven de Andalucía son de las experiencias más enriquecedoras que he vivido hasta ahora. Es cuando comencé a escribir obras para conjuntos de cámara, y las tocábamos de modo informal, por las noches, con la propia orquesta como público. Fue para mí una gran oportunidad de tener como un laboratorio donde experimentar. Por eso, años después, ha sido muy emotivo para mí que haya querido estrenar una obra mía, y trabajar con ellos en los ensayos, y que se hiciera en el Teatro de la Maestranza”.
Como pianista clásico, Daahoud Salim ha actuado en escenarios como el Palau de la Música en Barcelona, el Royal Concertgebouw de Ámsterdam, la Fundación Juan March en Madrid y el Auditorio Nacional en Madrid.
En la entrevista que le hicimos en el año 2023 explicaba quiénes son los músicos que más le influyen: “no hago separaciones entre creadores de un estilo u otro, ni entre jazz o música clásica, para los dos ámbitos estoy componiendo. La música de Maurice Ravel está siempre en mi cabeza. Y Messiaen. Y John Coltrane, McCoy Tyner, Billy Harper, Alice Coltrane. Últimamente también me está impactando mucho la música del cubano Gonzalo Rubalcaba. También estoy escuchando bastante al grupo colombiano Los Gaiteros de San Jacinto. Y cuando compongo clásica también siento la influencia de Mompou”.
Influencia positiva para crear con libertad
También me comentó que “innegable es la influencia de tener un padre músico. Y mi aproximación al jazz es a través de su música, que escuchaba de niño y de adolescente. Desde hace más de 10 años no tengo la sensación de estar siguiendo sus pasos, ni como compositor ni como intérprete. Siendo su influencia creadora muy positiva y es parte de mi bagaje cultural y formativo, me siento muy libre y estoy haciendo cosas muy diferentes”.
Empezó a tocar con cuatro años de edad, y desde los siete años escribía canciones o pequeñas composiciones con piano. La determinación de decidir querer ser músico fue con 14 años de edad, para él fue un punto de inflexión pasar en el Conservatorio de Música Cristóbal de Morales, de Sevilla, del Grado Elemental al Grado Medio, y conectar muy bien con Juan Olaya, un profesor que le influyó mucho. Y cuajó en su fuero interno el deseo de querer ser pianista.
Sobre su inspiración como compositor, asegura que “en cuando al contenido, suele surgir en mí primero la idea, y el título. Mi tendencia es que sean temas trascendentes, ya sea a nivel espiritual, o de debate social, desde una idea que me inquieta. Por ejemplo, tengo una obra que se llama ‘Treno por las próximas víctimas de la guerra del coltán’. Es algo que me agobiaba, por los conflictos brutales que causa en África la búsqueda de ese mineral raro que se utiliza por las grandes multinacionales para el funcionamiento de los teléfonos móviles. O el tema ‘Bon appétit’, creado con el quinteto, sobre las barbaridades que se comen por la alimentación industrializada, como las carnes hormonadas. Su música es graciosa pero la argumentación es de peso. Reconozco que a veces la intención es más profunda que el resultado”.
Afronta el reto que comporta hoy en día intentar desarrollar una carrera profesional en la música, en una época en la que todo lo copan plataformas como Youtube o Spotify. Así respondió, en mi entrevista: «Nunca ha sido más fácil que cualquier persona acceda a tu música. Pero, por otro lado, hay gigantes como Spotify que no aportan derechos de autor a los músicos. Y si por principios no aceptas, te quedas totalmente al margen y eclipsado. A la velocidad que va todo, se corre el riesgo de que el hecho musical quede frivolizado y el acercamiento a la música sea más superficial. Es la inercia de pulsar un botón y dedicar solo tres o cuatro segundos a decidir si lo que suena te gusta o no. Y el peligro de que se asocia más calidad a más número de visualizaciones”.