Se acercaba el 2000, Año Mundial de las Matemáticas, y en la Universidad de Sevilla un grupo de profesores vio la oportunidad para darle una mayor relevancia a una disciplina de recorrido todavía corto dentro del seno de la institución (la Facultad de Matemáticas no se inaugura hasta 1967) pero en la que habían confluido un activo número de profesores e investigadores que enseguida lograron destacar dentro y fuera de la ciudad.

No existía entonces en ninguna facultad de Andalucía la figura estipulada por la ley del Instituto Universitario de Investigación. Pensaron que crearlo posibilitaría que cobraran vigor los proyectos que tenían en marcha, así como que se crearan nuevas sinergias entre los equipos. Lo cuenta el catedrático, y primer director del IMUS, Luis Narváez, uno de los grandes impulsores de este organismo: “La comunidad matemática tenía solidez en Sevilla pero en investigación estaba desdibujada, pues la universidad funciona por unos parámetros muy anticuados. Por ejemplo, seguimos divididos en departamentos y esta forma de organización fracciona el colectivo. Queríamos que los grupos pequeños que entonces trabajaban empezaran a colaborar, porque en conjuntos tan reducidos era inviable cambiar la marcha”.

Entre sus objetivos primigenios estuvo la idea de asemejarse a centros de prestigio en el extranjero. El propio Narváez había podido conocer de primera mano el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton un par de años antes. Se le ponían los dientes largos, rememora, por eso trabajaron a destajo para crear un instituto que aspirase a la excelencia. “Promovimos convocatorias internas para invitar a investigadores prestigiosos y jóvenes, organizamos encuentros con profesionales de primera fila mundial…”.

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Tomás Chacón, director del IMUS, en su despacho.

No obstante, para llegar a ese punto tuvieron que pasar un largo calvario burocrático. Por un lado, se dieron de bruces con la parálisis de la Junta de Andalucía. Desde 2000 hasta 2006, no obtuvieron respuesta a sus múltiples peticiones de entrevistas con consejeros y secretarios. Por otro, la Universidad no protestaba lo suficiente al Gobierno autonómico para que el centro se materializara. Finalmente, en 2005, la tónica cambió, en parte gracias al relevo en los cargos de la Administración. Y en 2007, finalmente, se aprobó la creación del instituto, que se puso en marcha en noviembre de ese año, con Narváez como director.

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Luis Narváez, primer director del IMUS.

Como decíamos, la pauta fue importar las experiencias de otros organismos extranjeros. En cuanto a la gestión, desde el primer momento resultó arduo incorporar al proyecto una actividad solvente que lo acompañara. “El apoyo sigue yendo muy lento y se produce de una forma muy insatisfactoria. En 2008, solicitamos a los fondos Feder de la Comisión Europea una subvención para construir un edificio. Se retrasó muchos años, en parte porque coincidió con la crisis, pero la obra finalmente terminó y el Instituto pudo ubicarse en el campus de Reina Mercedes, lo que nos permitió una infraestructura para acoger a los investigadores que acudieran a trabajar a Sevilla. Fue un salto cualitativo, aunque no suficiente”, sostiene Narváez.

No obstante, ese cambio propició la llegada de talento a la ciudad. Por ejemplo, incorporaron al equipo al eminente Francisco Gancedo, que había estudiado en la Universidad de Sevilla y que, tras doctorarse en Madrid, se había desarrollado con brillantez como investigador en Chicago. El joven matemático logró una de las pocas plazas del programa Ramón y Cajal y eligió regresar a Sevilla para continuar su trabajo en el seno del recién inaugurado instituto. Hace un par de años, logró que el ERC (European Research Concil) le concediera una prestigiosa Starting Grant, la primera lograda en Andalucía dentro del campo, cuya cuantiosa dotación les permitió contratar nuevo personal. O el fichaje de Isabel Fernández Delgado, experta en Geometría Diferencial, que en 2010 se convirtió en la primera española elegida como conferenciante para intervenir en el Congreso Mundial de Matemáticas.

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«Objetivamente destacamos a nivel mundial»

“En Andalucía las Matemáticas tienen menos tradición que otras ciencias en España, pero han subido mucho. En los rankings de universidades como el de Taiwán, o el de Shanghai, la universidad de Sevilla está entre el 400 y el 500, pero en Matemáticas figuramos en el puesto 49, según el de Shanghai 2017. Objetivamente destacamos a nivel mundial. No es casualidad que exista el instituto, hay mucha población investigadora de matemáticos, en torno a los 150, y 100 de ellos están en el IMUS. También destacamos porque albergamos muy diversas disciplinas, aunque hemos trabajado más en ecuaciones, derivadas parciales, sistemas dinámicos, análisis numéricos y optimización son las más potentes. Estamos atrayendo jóvenes de fuera también para abarcar materias relacionadas con Álgebra y Geometría”, añade el catedrático, que también destaca la vocación de la institución por vincularse al mundo de la empresa”.

Creando vínculos con las empresas

En este aspecto ha incidido el actual director del centro, Tomás Chacón, que, junto a los profesores Guillermo Curbera y Manuel Contreras, secretario y subdirector respectivamente, ha propiciado la creación de un Consejo Consultivo que otorga participación a representantes de los grupos de investigación, a fin de promover este vínculo empresarial y otras cuestiones. “Hemos creado un plan estratégico para la internacionalización, invertido en la captación de talento a través de cuatro puestos de investigación doctoral y trabajado en la formación permanente. Además, queremos seguir ampliando la inversión universitaria y continuando con nuestra vocación divulgativa a través de proyectos como un blog enmarcado en nuestra web que funciona como un periódico”.

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Entre sus méritos, haber creado el Servicio de Transferencia de Tecnología a la Empresa, a fin de que se produzcan dinámicas para sacar adelante proyectos, muchos de ellos vinculados a la optimización y a las repercusiones mediombientales. “Ahí las matemáticas tienen una función muy importante, como también en la Medicina. Uno de nuestros grupos estudia la dosificación de la medicina para reducir tumores. También trabajamos en otros campos, como la simulación de tsunamis. Es lo que tiene esta ciencia, la transversalidad. Esto es lo que tratamos de comunicar al mundo de la empresa, la capacidad que tenemos para facilitarles las cosas, para optimizar sus recursos”.

De igual manera, Chacón se ha centrado en la organización de un nutrido programa de actividades que ha repercutido en la imagen exterior del centro, celebrando congresos internacionales y en los que ha quedado patente el nivel matemático local. “Tenemos proyección en España, Europa y Suramérica”, enumera. Y, aunque no disponen de un gran remanente en presupuestos, han demostrado ser muy activos a la hora de captar fondos en diversas convocatorias. Por ejemplo, en 2015 lograron 14 proyectos en el Plan Nacional I+D+i.

“Somos los primeros de las facultades españolas. En los últimos años, hemos sumado 24 proyectos. Nos sigue la Universidad Politécnica de Madrid, con 22, lo cual da cuenta del nivel. Muchos de esos estudios llevan aparejados contratos predoctorales asociados, de cuatro años. Para que eso suceda tiene que haber cuatro evaluaciones que los califiquen como excelentes. En este sentido, hemos demostrado ser muy competitivos, con investigadores de la talla de Gancedo, que trabaja en la formación de singularidades en cierto tipo de fluidos, una temática muy relevante, o Juan Arias, en Teoría de los Números. Estamos creando el caldo de cultivo para que, en un periodo no muy largo de tiempo, recojamos resultados en varios campos que tendrán repercusión internacional. Estamos conectados con los centros de investigación y especialistas más potentes del mundo. En Matemáticas los costes de laboratorios no son tan grandes y eso nos ayuda a destacar fundamentalmente por el talento”.

Autor de más 140 artículos, todo un récord en Matemáticas, y director de una veintena de tesis doctorales, el catedrático Enrique Fernández Cara también ha estado vinculado al IMUS desde su fundación, de la que fue impulsor junto a Narváez. Se formó en la prestigiosa París-6 y está especializado en descubrimientos en el movimiento de fluidos. Hoy reconoce que la evolución de la institución es imparable. “Podemos decir que tenemos un Instituto de primer nivel, perfectamente comparable con otros internacionales, y que sobresale en una gran cantidad de áreas y temáticas, tanto en Matemática Pura como en Aplicada”.

Entre los aciertos de los últimos años, el científico señala la llegada de investigadores jóvenes que, con un historial consolidado, han logrado seguir evolucionando en Sevilla. “Se han creado nuevas líneas de estudio, hay una renovación generacional enmarcada en un ambiente muy positivo, de integración a todos los niveles frente a las viejas dinámicas departamentales. La gente se ha puesto a colaborar, yo mismo trabajo con colegas con los que nunca se me habría ocurrido que podríamos tener cosas en común”.

emilio-carrizosaEspecialista en Etadística e Investigación Operativa, Emilio Carrizosa fue el miembro más joven del equipo promotor del IMUS. Titular del programa ERA-Nets, con un proyecto sobre posicionamiento óptimo de heliotropos, acaba de conseguir una codiciada ayuda de la Fundación BBVA, la única que este organismo ha concedido a la Universidad de Sevilla. Su trabajo, explica, se centra en las Matemáticas más relacionadas con los problemas reales en campos como la Estadística, el Big Data y la Investigación Operativa.

«Hemos tenido y tenemos contratos con distintas empresas en las que aplicamos tecnología matemática del más diverso pelaje. Hasta septiembre, durante nueve meses, hemos trabajado junto a un laboratorio contra el cáncer, estudiando nuevos modelos matemáticos para los diagnósticos del de colon. Asimismo, hemos colaborado en otro estudio relacionado con las ciudades sostenibles, centrado en la reducción de costes y de emisiones contaminantes gracias a la optimización del tráfico. También estamos colaborando con una empresa de mensajería, estableciendo nuevas rutas para los trabajadores que permiten reducir el tiempo empleado en el transporte y el gasto en carburante…», enumera.

Uno de sus grandes proyectos se centra en las energías renovables, en concreto en la colocación de los espejos de las plantas solares. «Estudiamos dónde situarlos, hacia dónde deben apuntar, cómo debemos distribuirlos…», explica. Otros ejemplos de su colaboración con empresas son un trabajo de dos años con Repsol, relacionado con los modelos matemáticos aplicados a la química en los procesos industriales, y una colaboración con el Ibis, centrada en un antibiótico muy potente pero dañino para el hígado. «En este caso, ajustamos la dosis a factores biológicos del paciente, como el género, el índice de masa corporal…».

A pesar de estos esfuerzos, Carrizosa también redunda en la idea de que los poderes públicos no dan a la investigación el tratamiento que merece. «La burocratización de las actividades es una lacra. Por suerte, tenemos un personal administrativo que trabaja de maravilla, que lo hace en inglés y resuelve todo tipo de problemáticas», recalca coincidiendo con el resto de compañeros.

libraryPor su parte, Francisco Gancedo define su llegada al IMUS hace cinco años como una bocanada de aire puro. «Era un sitio perfecto para que te ayudasen a gestionar los proyectos de investigación, a desarrollar congresos… Quise regresar a Sevilla por razones personales pero su existencia ayudó a que tomara la decisión«.

También investigador de la Mecánica de Fluidos, sus trabajos tratan de hallar a través de ecuaciones resultados en torno a las singularidades que se producen en la ruptura de una ola o en la formación de una gota, por ejemplo. Es decir, «probar desde un punto de vista analítico estas peculiaridades que afectan a la evolución de frentes atmosféricos, la formación de tornados, el movimiento de las corrientes marinas…». La Starting Grant, asegura, le ha permitido tener financiación para desarrollar varios proyectos durante los próximos cuatro años y contar con nuevo personal.

A modo de cierre, Tomás Chacón redunda en que lo mejor del IMUS es el esfuerzo coordinado de muchas personas, en contraste a la tradicional fragmentación de la Universidad, lo que les ha permitido labrarse un prestigio internacional sostenido en los pilares de la excelencia, la divulgación y el talento.

 

El IMUS en datos

  • Nace en el 2007 fruto de la colaboración de un gran número de profesores
  • En él trabajan más de 100 investigadores.
  • Objetivos: investigación, divulgación, captación de talento.
  • Actividades: congresos, cursos de especialización de alto nivel y el programa de doctorado de Matemáticas con entre 45 y 50 alumnos.
  • Entre 80 y 90 estudiantes extranjeros por curso.
  • Más de 10 tesis doctorales al año.
  • Publicación de un promedio anual entre 150 y 200 artículos de investigación anuales.
  • Cuentan con un servicio de Transferencia Matemática, vinculado a la empresa.
  • En su afán divulgativo, han creado un blog que funcionará como un periódico.
  • 14 proyectos actualmente en el programa I+D+i.
  • El Ranking Shanghai que analiza la excelencia de 4.000 universidades de todo el mundo, sitúa a la de Sevilla en Matemáticas en el puesto 49, en su clasificación publicada en junio de 2017. Es la vigésima mejor de toda Europa.