En un aula de la Facultad de Ciencias del Trabajo de la Universidad de Sevilla, 14 estudiantes norteamericanos contemplan una gráfica con ejemplos de cuatro grupos de población extranjera en la capital andaluza: Erasmus; profesionales de la Comisión Europea que trabajan en el Instituto de Prospectiva Tecnológica (IPTS) en la Isla de la Cartuja; japoneses que han acudido a estudiar flamenco y músicos de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Este día, en clase, tratan de: analizar las redes sociales de estos sectores poblacionales de Sevilla; ver hasta qué punto se produce su integración con españoles, y cómo se desenvuelven sus relaciones personales en función del tiempo que residan en la ciudad o de las razones por las que residen aquí.
A cada momento, demostrando un notable interés, los alumnos levantan la mano y participan sin pensarlo, comentando los datos que va ofreciendo la profesora. Proceden de la Northeastern University de Boston y allí son estudiantes de Sociología. Han venido a España para participar en programa de movilidad en el que también está la Autónoma de Barcelona, un proyecto a través del que se les invita a estudiar y conocer estas dos capitales españolas más allá de los libros y las aulas.
En este intercambio académico se propone una oferta de formación a demanda que incluye acompañamiento en diversas visitas a contextos comunitarios, realizadas con las técnicas de ‘paseos comunitarios’ y photovoice, supervisión de trabajo de campo etnográfico y sesión de presentación de investigaciones en desarrollo. El proyecto incluye tres elementos de formación, un curso sobre etnografía de 20 horas, un curso de análisis de redes de 12 horas y un workshop internacional de cuatro horas.
Isidro Maya, profesor de Psicología Social de la Universidad de Sevilla (US) y coordinador de la iniciativa, explica que, dentro de las actividades de internacionalización de una universidad, es muy positivo aumentar el perfil de estudiantes extranjeros y que, a su vez, estos reciban formación in situ mediante experiencias como la presente, en la que durante un mes estudian en una institución diferente a la suya y, al mismo tiempo, realizan actividades que enriquecen esa experiencia internacional.
“Además del curso de Etnografía y Redes Sociales, estos alumnos están recorriendo zonas menos populares de Sevilla, como el barrio de Rochelambert, cuya historia se les explicó durante un paseo enmarcado en la última edición del certamen Jane’s Walk y en el que experimentaron con la confluencia de miradas del turista y el etnógrafo. Se trata de que conozcan el entorno más allá de la clase y del casco histórico. Además, celebramos un workshop de investigación en el que se presentan estudios sobre Sevilla relacionados con temas de trabajo infantil, servicios de salud, desigualdad, urbanismo…”.
Profesora de etnografía en la Northeastern, Silvia Domínguez considera que la experiencia es muy positiva para sus estudiantes, debido a la riqueza cultural española y a las diferencias que comporta con su lugar de procedencia. “A ellos les está encantando y, además, es una excelente manera de que profesores de Estados Unidos trabajen con profesores españoles. Sevilla y Barcelona son dos ciudades con una cultura distinta a la de ellos y muy diferentes entre sí. De la primera destaca su enorme riqueza cultural; de la segunda, su carácter cosmopolita, lo cual representa una oportunidad magnífica para que aprendan etnografía, para que entiendan el contexto y las particularidades de ambas capitales. Hacerlo así no tiene nada que ver con estudiarlas en Boston”, asegura. Entre las actividades que realizan destaca la asistencia a un tablao flamenco, al que acuden vestidas con trajes de gitana: “Es la mejor manera de que participen de la cultura local”, celebra.
Isabel Ferrer, estudiante de Sociología y Antropología en Boston, es una de las alumnas participantes. Sobre la experiencia sevillana, en perfecto español, expresa: “Lo considero una ocasión única. No tiene nada que ver recibir una lección en un centro que hablar con las personas del lugar que estás estudiando, aprendiendo las diferencias que tiene el castellano en unos lugares y otros, buceando en su cultura y en sus contrastes. De Sevilla lo que más he apreciado es la alegría que se respira en las calles, los habitantes de esta ciudad han enriquecido mi trabajo como etnógrafa gracias a este carácter. En la visita a Rochelambert, por ejemplo, me encantó ver la presencia de los valores familia y comunidad, cómo se trabaja en conjunto para proteger el espacio común, esa labor constante para mejorar el propio hogar”.
Durante el paseo en Rochelambert (núcleo de viviendas sociales levantado en los años setenta del siglo pasado, en lo que eran campos de huertas), se les explicó cómo este barrio fue una de las primeras zonas en las que se empezó a construir una ciudad diferente, de calles anchas, zonas peatonales, aparcamientos, bloques armoniosos… Y se les aportó información sobre aspectos como la permanencia de los primeros residentes en la zona (incluso del regreso de sus hijos) o la importancia del movimiento asociativo y vecinal en cuestiones como la negativa a la construcción de un pararrayos o de un parking subterráno. Esa insistencia por salvaguardar el espacio común es lo que más ha fascinado a los alumnos visitantes.
Vías para una universidad internacionalizada
1.- Cómo se idean estos programas de colaboración entre universidades
Son muchas las opciones con las que se pueden organizar programas formativos en colaboración. Puede ser con un intercambio académico (tipo Erasmus), con proyectos de investigación compartidos, como actividad voluntaria del profesorado, en el marco de programas de máster y doctorado con algún componente internacional, con programas de doble titulación… etcétera.
2.- El ejemplo del curso de Etnografía
En casos como el presente, la Universidad de Sevilla gestiona el programa con Boston a través de la Fundación de Investigación de la Universidad de Sevilla (FIUS). Este organismo permite a los grupos de investigación una mayor versatilidad a la hora de ofrecer servicios de investigación y consultoría a empresas, unidades de la administración, ONGs, etcétera a través de convenios de colaboración. En el convenio con la Northeastern, al tratarse de un encargo de formación a demanda, se tramita como un curso del Centro de Formación Permanente. La universidad extranjera ofrece un curso a sus estudiantes que implica experiencia internacional y la US aporta un servicio de formación y acompañamiento del que se benefician sus estudiantes.