Durante todo el año, exhibe una valiosa selección de obras de los grandes pintores vinculados a la Sevilla del Siglo de Oro (Velázquez, Murillo, Zurbarán, Herrera el Viejo, etc.), en una sala denominada Centro Velázquez. Y durante cuatro meses, del 8 de noviembre de 2016 al 28 de febrero de 2017, va a exponer la mejor muestra conjunta de Velázquez y Murillo que se haya conformado jamás a nivel mundial. La Fundación Focus (Fondo de Cultura de Sevilla) cumple 25 años y los celebra de esta manera, poniendo en marcha todas las actividades culturales que se realizarán en la capital andaluza a propósito del cuarto centenario del nacimiento de Murillo.
Para dicha exposición temporal, han cedido cuadros importantes museos europeos, norteamericanos y colecciones privadas: Museo del Prado, Museo del Louvre, Museo de Orleans, National Gallery de Londres, Apsley House de Londres (The Wellington Collection), Dulwich Picture Gallery de Londres, Museo de Bellas Artes de Viena, Meadows Museum de Dallas, Nelson-Atkins Museum de Kansas City, Frick Collection de Nueva York y Fondo Cultural Villar Mir.
Es importante recordar que uno de los capítulos más amargos de la historia del arte en Sevilla fue, sin duda, el expolio de pinturas por parte del mariscal Soult al frente de las tropas francesas durante la invasión napoleónica entre 1810 y 1812. Se estima que un total de 121 obras de Murillo, Zurbarán, Herrera el Viejo o Pacheco, entre muchos otros, salieron de iglesias y conventos para formar parte en Francia de la colección privada de Soult, con afán de enriquecerse con tal patrimonio cultural. Sobre todo se llevó cuadros de Bartolomé Esteban Murillo, uno de los pintores más cotizados en la Europa de comienzos del siglo XIX.
Con el paso del tiempo, comenzó la disgregación de las obras de arte por museos públicos y colecciones privadas, volviendo muy pocas de ellas a sus lugares de origen. No retornaron, por ejemplo, las pinturas realizadas por Murillo por encargo del clérigo y mecenas Justino de Neve para la iglesia del Hospital de los Venerables de Sevilla. Como Jesús Niño repartiendo pan a los sacerdotes (que está en el Museo de Bellas Artes de Budapest); San Pedro arrepentido, y la Inmaculada Concepción de Los Venerables, que se expone en el Museo del Prado. En otoño de 2012, todas ellas regresaron temporalmente a su emplazamiento original, cedidas para formar parte de la gran exposición Murillo y Justino de Neve, el arte de la amistad, promovida por la Fundación Focus en Los Venerables, su sede. Donde la mejor pintura sevillana del Siglo de Oro es hoy en día un foco diario de atracción.
El antiguo Hospital de los Venerables Sacerdotes
En el corazón del barrio de Santa Cruz, junto a la Plaza de Doña Elvira, el callejón del Agua y la Hostería del Laurel, se encuentra el Hospital de los Venerables, fundado en 1675 por el clérigo Justino de Neve con la finalidad de ser la residencia de sacerdotes ancianos, pobres e impedidos.
El edificio, de estilo barroco, consta de dos plantas donde se ubican la iglesia y la residencia en sí. La zona central la ocupa un bello patio, mezcla de claustro conventual y patio de casa sevillana. Es, aparte de la iglesia, la pieza arquitectónica de mayor belleza e interés del Hospital. En el costado oriental del patio se ubicaba la Enfermería baja, hoy Sala de Exposiciones.
Por su parte, la Iglesia del Hospital de los Venerables, perfectamente restaurada y conservada, responde al tipo tradicional sevillano de segunda mitad del siglo XVII y actualmente es usada para conferencias y simposios, así como para conciertos de música de cámara y de órgano. Con tal fin, se encargó la construcción de un órgano al alemán Gerhard Grenzing, uno de los mejores organeros del mundo, que creó para Los Venerables un instrumento cuya calidad es elogiada por los músicos de prestigio internacional que con él dan conciertos.
En el interior de la iglesia se pueden ver pinturas de Valdés Leal y un rico programa iconográfico en el que destacan la esculturas de San Pedro y San Fernando realizadas por Pedro Roldán. En el retablo de la Concepción se encuentra la figura de San Esteban. Aunque es una obra anónima del siglo XVII, se atribuye a Martínez Montañés.
Es en el Hospital de los Venerables donde tiene su sede la Fundación Focus- Abengoa desde 1991. La empresa sevillana iniciaba su labor cultural en 1972 con la edición de las obras Temas Sevillanos e Iconografía de Sevilla. En esa misma época se fue creando un fondo de documentos, libros y grabados sobre el Reino de Sevilla o de autores sevillanos. Diez años después, nacía la Fundación Fondo de Cultura de Sevilla (Focus) con el objetivo de continuar realizando actividades que redundaran en beneficio de la sociedad. Creada por el fundador de Abengoa, Javier Benjumea Puigcerver, para mostrarse más allá de sus esenciales funciones tecnológicas, la Fundación nace con el objetivo de contribuir a la conservación, difusión y desarrollo del patrimonio histórico y cultural de Sevilla así como su proyección iberoamericana.
Tras un largo y costoso proceso de restauración arquitectónico y artístico por el que Focus- Abengoa recibió en 1993 el prestigioso premio Europa Nostra, el Hospital de los Venerables se ha convertido en uno de los testimonios más completos y mejor conservados del barroco español y en centro de difusión de la edad de oro de la pintura sevillana gracias a las adquisiciones realizadas por Focus-Abengoa y las exposiciones temporales organizadas por la institución.
Centro de difusión del Siglo de Oro sevillano
El pintor de Las Meninas, y otras obras maestras de la pintura universal, es el símbolo de la labor de Focus para divulgar y estudiar uno de los períodos de mayor efervescencia artística de Sevilla. La sala de exposiciones Centro Velázquez, creada en 2007 con motivo de la adquisición del lienzo Santa Rufina, de Velázquez, está formada por 16 cuadros de autores tan importantes como Roelas, Cano, Herrera el Viejo, Cavarozzi, Pacheco, Martínez Montañés, Varela, Zurbarán y Murillo.
Las obras que componen la colección permanente del Centro Velázquez proceden de distintas instituciones como el Museo del Prado, el Arzobispado de Sevilla, el Ayuntamiento de Sevilla o la propia Fundación Focus-Abengoa, así como de colecciones particulares. Su elección responde a una clara intencionalidad didáctica y científica y cuentan con una museografía muy cuidada.
Es de destacar la Vista de Sevilla, de autor anónimo de mediados del siglo XVII, que constituye uno de los pocos lienzos existentes sobre el Puerto de Sevilla y la Carrera de Indias que ayuda a contextualizar la ciudad en el espacio y en el tiempo. Tres son las pinturas de un joven Velázquez antes de su traslado a la Corte en 1624: una temprana Inmaculada Concepción, la Santa Rufina y la Imposición de la Casulla a San Ildefonso. Las obras de sus maestros Herrera el Viejo y Francisco Pacheco permiten observar las lecciones aprendidas de ellos así como la influencia que el sevillano ejerció en artistas coetáneos como el ‘caravaggista’ italiano Bartolomeo Cavarozzi. La exposición permanente se completa con otros pintores sevillanos de esa época como Francisco Varela, Francisco de Zurbarán o Bartolomé Esteban Murillo.
La gran exposición ‘Velázquez. Murillo. Sevilla’
Éste es el título de la exposición que la Fundación Focus – Abengoa inaugura el 7 de noviembre de 2016 con motivo de su 25º aniversario en el Hospital de los Venerables. Está abierta al público desde el 8 de noviembre y hasta el 28 de febrero de 2017. La muestra, que cuenta con la colaboración del Museo Nacional del Prado, que presta cinco obras, y está comisariada por Gabriele Finaldi, director de la National Gallery de Londres, propone a través de 19 pinturas la relación y puntos de encuentro de los dos grandes maestros en una Sevilla abierta y culta, donde la pintura gozaba de un gran reconocimiento cívico. Asimismo, la exposición supone la culminación de la rigurosa línea llevada a cabo por la fundación durante los últimos años y que ha tenido al barroco como centro de su actividad y que se materializa en iniciativas como la del Centro de Investigación Diego Velázquez.
En la selección de 19 pinturas que componen la exposición, nueve de Velázquez y diez de Murillo, los visitantes pueden admirar la inteligencia pictórica y el virtuosismo técnico de ambos maestros. A través de su colocación en la sala, el ángulo de observación del espectador le pone ante sí parejas y tríos de obras soberbias de ambos pintores, y así observar conjuntamente las nuevas iconografías de devoción, o innovadoras formas de representar la vida cotidiana y la intimidad familiar, desarrolladas por Velázquez y Murillo, que les sirvió para llegar a lo esencial del alma humana y conectar directamente con el espectador.
Es un patrimonio pictórico debido a dos figuras que están en la lista de mejores pintores de todos los tiempos, con cuadros de Velázquez como La Infanta Margarita de blanco y La Adoración de los Magos, y los de Murillo, como Sagrada Familia del pajarito, Santa Justa, Santa Rufina, entre otras obras sobresalientes.
La muestra en cinco claves según Gabriele Finaldi
1.- ¿Por qué se había realizado nunca una exposición de ambos maestros?
Por lo general las exposiciones son individuales, es decir, monográficas, o de conjunto, tema o periodo, y son un reflejo de la manera en que se estudia la historia del arte. Hay que tener en cuenta además que los críticos e historiadores no han percibido mucho intercambio artístico entre Velázquez y Murillo y los documentos que conocemos no revelan ninguna relación personal entre ellos (en cambio, sí insisten mucho en ella los biógrafos del siglo XVIII). A pesar de su título, el importante libro del americano Charles B. Curtis, Velázquez and Murillo. A Descriptive and Historical Catalogue, publicado en Nueva York a finales del siglo XIX, no propone ninguna relación entre ellos, y el gran historiador del arte español, Diego Angulo Íñiguez, tan elocuente sobre ambos artistas, los trata de una manera rigurosamente separada. Por esto lo que ofrece esta exposición es un diálogo quizás un tanto inesperado. El título de la muestra declara que lo primero que les une es su condición de pintores sevillanos.
2.- ¿En qué aspectos y obras le resulta más clara la sintonía entre ellos?
La selección busca naturalmente más bien coincidencias que diferencias, en el lenguaje artístico y en los temas iconográficos. Las similitudes entre la Adoración de los Reyes de Velázquez, una obra que Murillo seguramente conocía, y la Sagrada Familia del pajarito de éste, en cuanto a composición, tonalidad y sentimiento ofrecen evidentes paralelismos, y lo mismo pasa con los cuadros de género, donde Murillo se muestra como discípulo del primer Velázquez sevillano. En otros casos, cuando tratan el tema de la Inmaculada o las santas patronas de la ciudad, los resultados son distintos pero hay interesantes relaciones entre ellos.
3.- ¿Pretende la muestra demostrar de alguna manera que la influencia de Velázquez sobre Murillo es mayor de lo que se ha venido admitiendo?
Sí, evidentemente es un tema que la exposición quiere tratar. Creo que Murillo se fijó con entusiasmo en las obras que Velázquez había dejado en su ciudad natal, tanto las públicas como las que estaban en colecciones privadas, en el caso de los bodegones. Seguramente le llamaba la atención el lenguaje naturalista con el que Velázquez se enfrenta a la pintura de historia y también a la realidad contemporánea.
4.- ¿Cabe apreciar rasgos comunes en su personalidad y aspiraciones?
Les une su ambición de ser artistas cultos. Son conscientes de su posición en la tradición pictórica, y ambos quieren perpetuar esta idea en sus autorretratos. Velázquez se representa a si mismo desde joven y de Murillo tenemos dos importantes autorretratos con 40 y 50 años (el primero, de la Frick Collection, está en la exposición). No conocemos ninguno de Zurbarán o de Herrera el Mozo, por ejemplo. Ambos artistas crean escuelas. En el siglo XVII, Sevilla es famosa por ser un lugar de donde proceden importantes pintores y la pintura se ha constituido como seña de identidad y prestigio de la ciudad.
5.- Es probable que se conocieran durante la estancia de Murillo en Madrid. ¿Qué consecuencias pueden extraerse de aquel viaje?
Las fuentes dicen que en Madrid copió obras de Van Dyck, Ribera y Velázquez mismo. El único viaje documentado de Murillo a Madrid tuvo lugar en 1658 y fue una estancia que dura varios meses. En este momento Murillo ya era reconocido como el pintor más importante de Sevilla ¿Cómo no se iba a reunir con Velázquez y aprender de él y recibir consejos de él? Lo cierto es que a partir de su vuelta a Sevilla, la pintura de Murillo realmente despegó y pintó sus cuadros más importantes y bellos, a partir de la década de 1660, en Santa María la Blanca, en los Capuchinos y en el Hospital de la Santa Caridad.