Es una empresa cuya web está en japonés y en inglés. Su tecnología se exhibe en certámenes como el Image Sensing Show, que cada año se celebra en Yokohama (Japón). Su eslogan es: “How intelligent do you want your next image sensor to be?”. Sus microchips son utilizados por los principales fabricantes mundiales de: cámaras para el control automatizado de la producción en serie en las industrias; o cámaras para investigación científica de enorme precisión; o sistemas de seguridad en el tráfico en carretera. Sus mayores clientes son las grandes compañías japonesas de la microelectrónica. Con estas referencias, nadie diría a priori que AnaFocus es ‘made in Sevilla’. Y lo es desde su nacimiento, creada por investigadores sevillanos, y continúa teniendo su sede en el gran edificio que fue Pabellón de Italia de la Expo’92, en el Parque Tecnológico y Científico Cartuja. AnaFocus, en lo suyo, es una referencia de liderazgo tecnológico a nivel mundial. Una empresa cuyas claves desvelamos en cinco puntos:
1. Una empresa que nace desde la Universidad y la Ciencia
AnaFocus fue fundada en el año 2000 en el seno del Instituto de Microelectrónica de Sevilla, como empresa de tipo ‘spin-off’ que surgió de un equipo de trabajo dentro de ese centro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España (CSIC). Entre sus fundadores se encuentran los profesores e investigadores de la Universidad de Sevilla Ángel Rodríguez Vázquez, Fernando Medeiro, Rafael Domínguez Castro y Servando Espejo, expertos todos en el ámbito de la ingeniería electrónica. En la actualidad AnaFocus da empleo a más de 50 trabajadores, entre ingenieros y técnicos.
2. Sensores de altísima precisión
Como explica su director, Rafael Romay: “lo que nosotros hacemos es desarrollar y fabricar sensores que captan imágenes y que, en tiempo real, procesan lo fotografiado para realzar elementos de interés que el usuario de una cámara quiere ver. Por ejemplo, la comprobación de que, al envasar cerveza, cada botella cumple los requisitos de calidad necesarios”. Una de las fortalezas de los micro-chips y sensores inteligentes producidos por AnaFocus es que son capaces de captar y procesar en tiempo real, mediante algoritmos, imágenes de gran calidad. Sensores con millones de píxeles, sensores que pueden captar más de 5.000 imágenes por segundo. En el lenguaje técnico, son sensores y sistemas de visión en tecnología CMOS (metal-óxido-semiconductor complementario) de alta calidad.
3. Evolución a más mercados
La clave del triunfo de una empresa está en saber reinventarse con el paso de los años, algo que AnaFocus ha sabido hacer muy bien. Sin dejar de fabricar sensores para cámaras fotográficas y de vigilancia; con el paso de los años la empresa ha ampliado su mercado desarrollando sensores para cámaras empleadas en el campo científico, y automovilístico. Por poner algunos ejemplos, en la industria del automóvil AnaFocus fabrica desde hace varios años sensores que miden distancias en tiempo real, o sensores de visión nocturna que pueden funcionar con muy poca luz.
4. Nueva etapa con inversores británicos
La empresa e2v, una multinacional británica especialista en productos de radiofrecuencia y productos basados en semiconductores, compró en 2014 por 34,2 millones de euros a AnaFocus, convirtiéndose de este modo en la principal accionista. Gracias a esta compra, la compañía continúa avanzando y alcanzando mayores logros, sin dejar nunca de lado su identidad como empresa con sede central en Sevilla. Durante la adquisición, AnaFocus estableció como requisito funcionar como una empresa independiente a pesar de formar parte de e2v. Con esta entrada de capital, la empresa previó aumentar su facturación desde los 5,6 millones de euros del 2014 hasta los 11 millones en 2015.
5. Exportación de su tecnología
“Somos como una empresa japonesa que nació en Sevilla.” Así define Rafael Romay a AnaFocus, que exporta fuera de España el 100% de su producción, casi toda al país nipón. No obstante, tras el grave terremoto de 2011 en Japón, la empresa sufrió un parón al no poder formalizar varios acuerdos con grandes firmas japonesas, lo que incitó a ampliar sus fronteras iniciando la comercialización con empresas de otros países, entre los que destacan Israel, Corea, China y Estados Unidos.